martes, 21 de junio de 2011

anticipando el concierto de mañana...

una foto del ensayo de ayer, en el Auditorio Adolfo Calle, de Mendoza

Mosaico Vivaldiano

(
comentario que escribí para el programa de concierto de mañana)

Todos decimos “conocer” a Vivaldi. Reconcemos un par de melodías de conciertos, hemos escuchado hasta el cansancio el allegro inicial de La Primavera en versiones de todo tipo (incluso en algún ringtone de celular), o el Gloria, o algún aria de bravura. Sin embargo, aún queriendo, no podemos ir más allá.

Hay pocos datos de su vida. No se sabe quienes fueron sus formadores, sólo hay unos pocos datos personales en una única carta en la que habla de una dolencia en el pecho (¿asma?) que le impidió ejercer el sacerdocio. Sin embargo sabemos que fue profesor, compositor, director, y empresario hiperactivo de sus propias óperas y producciones, viajando permanentemente, que su carácter era difíci, y que felizmente tuvo una manía compositiva que nos permite hoy disfrutar de su música.

Y es justamente por su música que podemos saber algo de Vivaldi. Si accedemos a sus manuscritos nos llama la atención la desprolijidad, la cantidad de errores, tachaduras, enmiendas. El gesto agresivo de la pluma muestra lo nervioso que se ponía al tener que eliminar un fragmento para reelaborarlo (la imagen contraria de la que conocemos según el famoso retrato de Boloña, donde aparece con aplomo, sosteniendo el violín y la pluma).

Pero como no es fácil acceder a esas fuentes, nuestro contacto con el “Prete Rosso” suele ser auditivo. Y con un mínimo entrenamiento podemos darnos cuenta que a veces confundimos una obra de Vivaldi con otra, pero jamás identificamos erróneamente su autoría. Si prestamos atención a la cantidad de veces que se autoplagió, nos daremos cuenta de su habilidad para reinventar y reinventarse como músico y emprendedor. Por su cantidad de obras sabemos de su manía por escribir, y por los sitios en los que aparece publicada o reelaborada, conocemos el éxito del que disfrutó en vida.

El presente programa de concierto, a modo de un mosaico, nos presenta pequeñas piezas que son características de cada uno de los estilos compositivos de Vivaldi: conciertos para orquesta, un concierto con solista, música vocal solista en la que aparecen la bravura, la calma y el decir del recitativo, y una obra litúrgica para coro que recorre diferentes afectos. Si somos hábiles podremos reunir cada fragmento y armar con ellos nuestro retrato del compositor.

2 comentarios:

  1. Muy bella reseña maestro.

    Ojalá pueda subir un audio para que lo escuchemos los que estamos en otras provincias.


    Muchos éxitos en el Concerto.

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  2. Gracias, Santiago!. Ojalá pueda grabarlo. Te agradezco de nuevo, y públicamente, la partitura de In Furore. Sin tu aporte este programa sería diferente!

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