domingo, 15 de agosto de 2010

Mi crítica de MANON, de Jules Massenet, publicada en Diario Perfil



El martes fui a ver la ópera Manon (Massenet) al Colón, y me pareció un trabajo magníficamente logrado, y un verdadero ESPECTÁCULO para recomendar. Escribí la crítica en Diario Perfil, pero quienes se encargan de subir las notas a la web no la consideraron interesante y subieron otras cosas (incluso escritas por mí) que me resultan más intrascendentes. Aquí la crítica, que ojalá sirva para que algún indeciso tome ganas de ir a verla. Vale la pena.

Intensidad y fluidez con acento francés

Manon
Calificación: !!!!!

Música: Jules Massenet
Libreto: Henri Meilhac y Philippe Gille
Principales intérpretes: Anne Sophie Duprels, John Osborn, Víctor Torres, Carlos
Esquivel, Osvaldo Peroni, Gustavo Gibert
Coro y Orquesta Estables del Teatro Colón
Producción de la Lyric Opera de Chicago
Puesta en escena original de David Mc Vicar en reposición de Loren Meeker
Dirección musical: Philippe Auguin
Temporada lírica del Teatro Colón, 10 de agosto

RAMIRO ALBINO
Tras un Don Giovanni poco convincente, la temporada lírica del Colón ha dado un salto cualitativo importante al presentar Manon, de Jules Massenet, con un destacado elenco internacional en una gran producción de la Lyric Opera de Chicago. Se trata de un título que presenta gran complejidad al puestista, en primer lugar porque las escenas transcurren en sitios demasiado diversos: una hostería en Amiens, una calle de París, la iglesia de Saint-Sulpice, un garito clandestino y la vera de un camino en el campo; luego porque hay gran cantidad de personajes secundarios, coro y ballet en escena, lo que puede complicar visualmente el trabajo ante la diversidad de estímulos a los que debe atenderse.

En esta puesta importada, original de David McVicar, las cosas fueron resueltas con sugerencias y síntesis, conjugando lo mostrado con lo que se deja a imaginación del público, y lo anecdótico o pintoresco con una escenografía de moderna intemporalidad. Una tribuna oblicua que nunca sale del escenario va tomando diversos roles de acuerdo a la escena, y a eso se agrega elementos de utilería y un sutil trabajo de luces que contextualizan y ambientan cada momento. El elenco está ataviado de manera historicista, pero presenta una gestualidad contemporánea. Hay elementos antiguos, dentro de un marco actual, nos traslada al siglo XVIII, pero jamás deja de estar presente nuestro tiempo. El resultado es un trabajo de gran credibilidad.

A lo dicho debe sumarse el encomiable trabajo orquestal del francés Philippe Auguin, que además de demostrar solidez en su dirección, hizo gala de un cabal conocimiento de la partitura, otorgando fluidez y naturalidad a un texto musical complejo y de carácter permanentemente cambiante. Su batuta llevó a la música por atmósferas dispares y contrastantes sin alteraciones de ningún tipo.

La selección del elenco para cada personaje fue atinada y pareja, sin picos, con figuras de alto rendimiento actoral y gran fluidez vocal. De todos los cantantes merece destacarse el impecable trabajo de John Osborn (Des Grieux), que fue sin duda el más aplaudido, especialmente en la vehemente escena del locutorio de Saint-Sulpice en la que el enamorado caballero intenta sacar de sus recuerdos la apasionada imagen de la seductora Manon. La soprano francesa Anne Sophie Duprels encarnó una Manon convincente, pero quizás poco delicada para lo que pide el libreto, aún así fue siempre creíble, y demostró técnica sobrada para abordar el personaje, con un registro parejo y persuasivo en toda su extensión. Osvaldo Peroni compuso un Guillot simpático y correcto (posiblemente la caracterización y marcación de escena fuera por momentos excesivamente caricaturescas) y Víctor Torres, volvió a seducir con su habitual sinceridad, efectividad y calidez en un rol perfectamente personificado.

En síntesis, una versión acertada, y un verdadero espectáculo para los sentidos. Aún quedan dos funciones de Manon en el Colón: hoy a las 17 y el martes a las 20.30. Vale la pena.

lunes, 9 de agosto de 2010

90 km, ¡Sólo 90 km! (parte 15 del relato del Camino)

Una postal de la llegada a Portomarín.
Tras el calor agobiante nos esperaba una calle arbolada y cañas de sidra fresca de barril.

Posteo hoy uno de los últimos relatos de mi Camino de Santiago.

El año pasado recorrí unos cuantos cientos de kilómetros a pie hasta Compostela, y desde el camino fui enviando e mails a mis amigos y familiares. Tras una pequeña edición los he ido publicando. Quienes quieran leerlos todos pueden buscarlos en "archivo del blog" (columna derecha) haciendo click en "Camino de Santiago". Disfruten de éste, que quedan pocos...
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Gentes... in unitate:

Finalmente estalló el verano gallego, y seguimos caminando bajo el sol abrasador. Esto trae dos problemas, el primero es que la gente se levanta más temprano (hoy, por ejemplo a las CINNNNNCO de la mañana), y el segundo es que cuando promedia el día la temperatura es insoportable. La consecuencia de todo esto es que hoy el albergue huele a humanidad y a zoológico en iguales y desagradables proporciones.

Hace un par de días lavé toda mi ropa, que había ido juntando en prolijas bolsas de nylon, la sequé al sol y me sentí feliz. Al día siguiente metí todo en la mochila, la cerré y cuando me decidí a ponérmela... volví a sentir ese olor rancio a sudor y a cecina. ¿Cómo era posible, si tenía todo limpio, limpísimo, inmaculado e impoluto, lavado con mis propias manitas en el agua gélida de un lavadero de albergue?!. Y ahí descubrí que no era la ropa, es LA MOCHILA, que está insoportable (jajaja, ¡es la mochila a-cecina!). Increíble.



El camino por Galicia sigue igual. Es serpentante, entre campos de poco cultivo y pequeñas parcelas con vacas que pastan. Las retamas han florecido CASI CASI como en Bariloche en noviembre (allá hay más y son más lindas), y los árboles nos bendicen con sombras abundantes. Cantan los pájaros, ladran los perros, y caminamos felices por este entorno, aunque ahora somos más los peregrinos. Ocurre que en Santiago te dan el certificado de haber hecho el camino si has andado, al menos, 100 km; entonces aparecen por aquí muchos peregrinos novatos con mochilas pequeñísimas, botas relucientes y caritas de inocentes, poco bronceadas y plenas de ilusión. Me encanta que vengan, pero SON MUCHOS, y entonces la cosa se vuelve demasiado masiva, y era más linda la calma de otras etapas que la riada de gente en la que nos metemos cada mañana.

Me he hecho amigo de un economista madrileño con el que solemos andar ciertos tramos, muy conocedor de Galicia, sus costumbres y sus tradiciones, y amante del medioevo español. Resulta muy grata su charla sobre historia de estos reinos, y además son muy atinadas sus recomendaciones gastronómicas. Los mediodías se han convertido en tours de tapas y vinos, aunque de noche intentamos comer sólo austeras frutas con agua.



con Ubaldo, en la plaza de Portomarín, festejando por anticipado la inminente llegada a Compostela

Excepto por el calor, el camino parece más placentero, y no sólo por los paisajes, sino porque con el entrenamiento los pies ya no duelen y la mochila parece menos pesada. Por otra parte me he desprendido de algunas cositas que no usaba y he agotado todo lo consumible que traía al principio (barritas de cereal, sopas en polvo, yerba, chocolate, etc.), así que volamos por los
senderos, con total libertad.

Para mi alegría hoy llega a Portomarín mi amigo Santiago (Chanti para sus lectores e íntimos), lo que hará que el camino se vuelva más divertido en su recta final. Me mandó un mail avisando que viene y que quiere UNA CAMA CONFORTABLE. ¡¡¡POBRE!!!!, no sabe lo que se va a encontrar.

Saludos remixados. Se me termina el tiempo de internet! (aquí funciona con monedas)

Ramiro

Ah! algo que me dio risa. Acá el "pulpo a la gallega" (que almorcé hoy, por ejemplo), es sólo "pulpo", y la "empanada gallega" es sólo "empanada". Qué loco y qué obvio, ¿no?



viernes, 6 de agosto de 2010

Fotos de los últimos conciertos de la Capilla del Sol

Hicimos dos conciertos con la Capilla del Sol esta semana: el domingo en la Iglesia de la Inmaculada, en Tigre (prov. de Buenos Aires), y el martes en la iglesia de los Jesuitas de la ciudad de Santa Fe.

Presentamos el repertorio de nuestro CD "Como pudieran en cualquier catedral", con dos propuestas espaciales totalmente distintas. El primer concierto fue desde el altar de la iglesia, según las pautas "modernas" de concierto (el conjunto enfrentado al público, etc.), en cambio el segundo recital fue alternando el la cantoría de la iglesia (atrás, arriba) con el altar. Todo el programa lo pasamos subiendo y bajando, pero recuperamos la idea espacial de la celebración barroca, lo que fue sumamente atractivo para el público y formativo para nosotros. Tocar en una iglesia, y desde el lugar pensado para los músicos (la cantoría) fue un nuevo desafío acústico que nos permitió comprender mejor la situación auditiva que permanentemente intentamos reconstruír.

Aquí algunas fotos, de los felices conciertos:


El domingo, en la Iglesia de la Inmaculada, en Tigre



todo el grupo que viajó a Santa Fe, después del concierto.

Cantando la Salve, cierre del concierto en la iglesia de los jesuitas en Santa Fe

en Santa Fe, la misa cantada desde la Cantoría del templo jesuítico

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