miércoles, 20 de agosto de 2014

conciertos #DIY



Hace relativamente poco que me enteré el significado del acrónimo "DIY" (do it yourself = hazlo tú mismo), muy usado en sitios relacionados con el trabajo manual o las soluciones caseras. La semana pasada encontré que también hay ramas de arte que se basan en el DIY, y que derivan en artesanía o apropiación de obras ajenas. La abreviatura también es usada por diseñadores o estudios a los que sigo en Twitter, y evidentemente está de moda, porque últimamente la veo por todos lados. 

Me interesa mucho el tema de la artesanía, lo hecho a mano, la pieza única, y lo relaciono especialmente a la música que hago (pueden leer un post viejo sobre ese tema en este mismo blog haciendo click aquì). Sin embargo en estos días en los que la idea del DIY aparece con tanta frecuencia, mientras preparo el concierto que tocaré el domingo próximo en Mendoza, me doy cuenta que mi manera de encarar algunos proyectos musicales (especialmente aquellos que comparto con Griselda López Zalba), y sus ensayos y modo de difusión es totalmente artesanal. Quizás sea eso lo que más me gusta del proceso.

Elegir obras, pensar un orden y armar con ellas un programa coherente y orgánico, ensayarlas, manipular el sonido con que haremos cada pieza e indagar en nuestras posibilidades y limitaciones técnicas para llevar el mundo tímbrico a sus extremos, es el trabajo artesanal intangible. Pero también hay otro gran trabajo artesanal tangible y disfrutable, que puede pasar desapercibido para la mayor parte del público que no sabe que buena parte de mis conciertos están plagados de gestos únicos: armar y forrar carpetas que se asocien cromáticamente al repertorio; diseñar, cortar, armar, plegar e incluso encuadernar los programas (vean las fotos a continuación), escribir a mano alguna frase o dedicatoria en cada invitación o gacetilla de prensa, luego ensobrar y visitar personalmente cada uno de los medios a los que quiero que llegue la gacetilla. Una inmensa, magnífica y divertida sucesión de pequeñas tareas que me ayudan a que todo funcione como quiero que sea.

Si tuviera asistentes o dinero para comprar todo hecho, posiblemente estaría fuera de gran parte de este proceso. Quizás haría más conciertos, o tendría más tiempo libre para hacer otras cosas. Por ahora me alegro de tener este modus operandi que me da satisfacciones permanentes, y que me enseña y ayuda a disfrutar cada vez más de lo que hago. 

A continuación posteo una selección de fotos del proceso de varias repeticiones del concierto "aguaS aladas", que repetimos el próximo domingo junto a Griselda López Zalba, a las 20 en el Espacio Cultural Julio Le Parc, en Mendoza.







viernes, 8 de agosto de 2014

(re)Joyce!

Joyce DiDonato en el Teatro Colón, hace dos años

La mezzosoprano Joyce DiDonato vuelve al Teatro Colón de Buenos Aires, nuevamente para la temporada de Mozarteum. Anticipando el regreso, escribí una nota en Revista Cantabile. Al cierre de la edición el programa aún no pudo confirmarse, por lo que la data quedó incompleta. Un par de meses más tarde, ya sabemos cuál será el repertorio (ver al pie de este post), por lo que aprovecho a postear aquí el texto completo de mi nota y a continuación, la lista de obras.

Joyce DiDonato, nuevo capítulo

Recital de Joyce DiDonato y David Zobel
Lunes 18 y miércoles 20 de agosto a las 20:30 hs.
Teatro Colón
7mo concierto del ciclo de Mozarteum Argentino
Ver programa al pie de este post.

Hay intérpretes que se vuelven “de culto”, músicos a los que el público sigue a donde sea y sin importar lo que ofrezcan tocar o cantar. Su sola presencia es garantía de calidad, pues son considerados nuevos Midas en el campo de la música. Entre ellos está la mezzosoprano Joyce DiDonato, quien vuelve al Colón en Agosto, invitada por Mozarteum Argentino, para ofrecer nuevamente un recital, junto al pianista David Zobel (el mismo que la acompañó hace dos años). Tras presentarse en Santiago y Montevideo, pasará por Buenos Aires y seguirá luego a San Pablo y Río de Janeiro, completando así una gira sudamericana de recitales. Antes de eso habrá cantado en julio en Londres el rol principal de la ópera Maria Estuarda de Donizetti, y tras su viaje al sur, volverá a ofrecer recitales en Londres y su ciudad natal, Kansas, luego seguirán giras con la Orquesta de Cámara de Lyon y The English Concert. Ver su agenda es saltar con la mente de un lado a otro del mundo, pasando además por los más diversos estilos de música.

Al cierre de esta edición de Cantabile, aún no se sabe qué cantará en Buenos Aires, y sin embargo su concierto se anuncia sabiendo que será un éxito, porque el público irá a escucharla a ella, haga lo que haga. Muchos melómanos recordarán sus recitales de hace dos años, cuando cantó también en el Teatro Colón, junto al mismo pianista que la acompaña ahora. Aquel programa fue ecléctico e incluyó música de Obradors, Handel, Mozart y Rossini entre otros, y algunos recordarán también la singular, molesta y súbita aparición de una alarma de incendio que se activó insistentemente durante la presentación. Si bien el programa no fue unánimemente bien recibido (no todo el mundo digirió a Obradors con la misma naturalidad), el público argentino quedó encantado por sus explicaciones en italiano, su prestancia y su buen humor aún cuando su concierto fue interrumpido por aquel errado aviso de fuego.

Feliz de vivir una época que ella asegura que es más rossiniana que verdiana, en cuanto a las voces que circulan por los espacios de mayor nivel, siente que su voz es la ideal para repertorios en los que puede moverse con total libertad: Handel, Mozart y Rossini, manejando sus posibilidades desde una sólida formación técnica. Según ella misma declara, su mayor habilidad es la de poder moldear su voz para hacer con ella lo que sea más adecuado a cada repertorio, pero además trabaja especialmente desde el texto y sus cualidades expresivas.

Es esa búsqueda de la interpretación de las palabras a lo musical, y del rescate del discurso, la historia en medio de las obras, es su trabajo esencial y permanente, y quizás sea por eso que también dedica parte de su tiempo en narrar, contar y compartir su vida, es decir el relato que más y mejor conoce, a través de todos los medios con que cuenta. A sus 45 años, Joyce DiDonato es una de las mezzosopranos con coloratura más destacadas y queridas del momento, efectiva por su talento y formación en el escenario, y permanentemente conectada y presenten en la vida de su público a través de Internet. Sus fans la buscan, la recuerdan y esperan siempre y en todos lados. Ella aparece en escenarios de lo más diversos cantando óperas, recitales con orquesta o piano, o junto a formaciones de cámara, o se manifiesta a través de sus espacios en redes sociales, a los que está siempre conectada. Su página en Facebook tiene poco más de 44.000 seguidores, y su perfil de Twitter anda por los 23.500, desde allí se alaba y redistribuye su trabajo a gente que jamás podríamos imaginar. La “Yankee diva”, como ella misma acepta llamarse, tiene además un blog y un sitio en Flickr, al que sube sus fotos, algunas de contenido más artístico, y otras de ensayos y producciones que reflejan su trabajo. Desde el blog personal responde cartas de sus admiradores, aconseja a jóvenes estudiantes, postea sus saludos de año nuevo o reflexiona sobre el arte y la representación, desde su lugar de cantante. Y aquí es donde posiblemente radica buena parte de su éxito, en que se convierte en una estrella que puede aparecer prácticamente a diario en la vida de sus seguidores, que no sólo se enteran de lo que está haciendo, sino de cómo y dónde lo hace, contado en primera persona y con la que es posible interactuar.

Joyce DiDonato es una contadora de historias, y para eso recurre a una vastísima gama de medios. A través de tramas de imágenes, sonidos y palabras escritas o cantadas cuenta capítulos de magnitudes diferentes. Quien quiera y pueda leer todo eso junto será capaz de descifrar su texto más abarcativo: su propia vida gentilmente expuesta y disponible a quien quiera y pueda leerla. ¿Importa tanto a sus seguidores argentinos el programa de su concierto? Claro que no, lo que realmente les resulta imprescindible es poder acceder al capítulo que se verá en vivo de la historia que siguen constantemente a través de otros medios.


@RamiroAlbino

Aquí el programa:

FRANZ JOSEPH HAYDN
Ariadna en Naxos, Hob. XXVI b:

JOHANN ADOLPH HASSE
“Morte col fiero aspetto” de la serenata Marc´Antonio & Cleopatra

GEORG FRIEDRICH HÄNDEL
“E pur cosi in un giorno…Piangerò la sorte mia” de la ópera Giulio Cesare in Egitto
“Dopo notte, atra e funesta” de la ópera Ariodante

VINCENZO BELLINI
“Dopo l´oscuro nembo” de la ópera Adelson e Salvini

GIOACHINO ROSSINI
Beltà crudele
La danza
“Nacqui all´affanno… Non piú mesta” de la ópera La Cenerentola

FRANCESCO SANTOLIQUIDO
I canti della sera

lunes, 28 de julio de 2014

Difundir la música clásica...


Desde hace muchos años, tengo la alegría de formar parte del staff de colaboradores de Revista Cantabile, una publicación de Buenos Aires que se entrega gratuitamente a la salida de los principales conciertos. Allí escribo, entre otras cosas, una sección que se llama "Otros ámbitos", desde donde intento difundir la realidad de la música clásica en el interior de la Argentina.

Ese trabajo me cuesta mucho, porque aparentemente mis colegas de las provincias no tiene mucho interés en difundir lo que hacen. Basándome en mi experiencia de años, en el último número de la revista (julio-agosto 2014) escribí la columna que posteo a continuación. Ojalá les resulte interesante, y que el tema empiece a formar parte de nuestro pensamiento musical.



La música del interior y su difusión

Desde mi lugar de músico y comunicador vivo contactado de forma permanente a la producción de los conciertos, esa gran parte del trabajo que casi nadie ve y que pocos imaginan. Permanentemente analizo y comparo mi trabajo en ese ámbito con el de colegas y amigos, e incluso con aquel de las figuras internacionales a las que sigo aún sin conocerlas personalmente. Me importa muchísimo cómo se difunde la música clásica y su manera de repercutir y figurar en los medios.

También intento comparar lo que veo en publicaciones de todo tipo, (convencionales o alternativas) con los resultados en las salas de concierto. Analizo parámetros bastante obvios, que a veces se olvidan: dónde se anunció el concierto, cuánta gente asistió, cuan bueno es el músico que se presenta, qué edad tiene el público, qué sala es y dónde queda, etc. Completo el análisis cuestionándome qué hubiera ocurrido si el aviso o gacetilla saliera en otros medios y fantaseando cómo serían los resultados, y entre otros factores, considero también la presencia de la música clásica en Internet.

Desde hace unos años enriquezco mis cavilaciones con mi experiencia de escribir esta sección de Cantabile, que me conecta cada dos meses con una lista inmensa de contactos del interior (orquestas, solistas, organismos oficiales, universidades, coros, grupos de cámara, etc), y como respuesta tengo casi siempre un puñado de mensajes con datos de conciertos que quieren anunciar y un inmenso silencio de la mayoría de los destinatarios de mi correo. A algunos les mando incluso mensajes personales, invitándolos personalmente a difundir lo que hacen, casi siempre sin éxito.

De todo esto surge otra pregunta obvia: ¿A quiénes quieren invitar los artistas con sus gacetillas, si es que las envían? Creo que mayormente a gente que conocen, y especialmente a colegas importantes, siempre que el programa sea atractivo y les permita pavonearse. No debemos olvidar que la mayor parte de los músicos difunde sus conciertos casi exclusivamente a través de redes sociales, mayormente vía Facebook, que ofrece la posibilidad gratuita de crear “eventos”, una manera comodísima de anunciar sin moverse de la computadora. Y muchos músicos creen que con crear uno de esos eventos, subir a la red un par de fotos más o menos buenas, y recibir un centenar de comentarios de amigos y conocidos, el concierto será un éxito. Aflora entonces un último punto a considerar: ¿Qué es el “éxito” de un concierto para un músico del interior?

Tenemos que considerar, en primer lugar, que la mayor parte de la actividad musical en las provincias es producto del trabajo de organismos rentados (mayormente orquestas o coros) que coexisten con conjuntos, algunos de ellos de gran calidad, formados por músicos que no están interesados en ganar dinero con sus conciertos, porque tienen sueldos trabajando de otra cosa (mayormente en la docencia). A los primeros, los que reciben un salario mensual, les suele dar lo mismo que haya público o no (de todas maneras, a fin de mes recibirán su pago), y para los segundos, el concierto es un gusto que se dan haciendo algo que los apasiona y que rompe con la rutina cotidiana; y que si no ocurre muy frecuentemente, llenará cualquier sala con amigos y parientes, y si hay más constancia en la producción de conciertos, la sala estará vacía, pero importa más estar en el escenario, que contar cuánta gente haya en la platea.

También existen, en algunos lugares del interior, asociaciones organizadoras de conciertos y temporadas artísticas, que con el correr de los años tienen su prestigio local, un público cautivo o abonado y amplia cobertura en medios locales. ¿Para qué necesitarían difundir a nivel nacional? Por otra parte, en algunos casos me atrevo a pensar que quizás eso implicaría público nuevo, y entonces dejaría de ser una actividad minoritaria y exclusiva.

Considero entonces importante que tanto el público como los artistas evaluemos la importancia de la difusión de las actividades musicales (no sólo las que tienen lugar en el interior) y sus consecuencias. En primer lugar recordemos que al difundir un concierto, además de pretender que la gente vaya, es importante que otra gente que no podrá o no querrá asistir, se entere del mismo: así también se construye el medio musical, al circular la información de lo que se ofrece. Quizás quien lea la publicación no pueda ir al concierto, pero sí se interese en el programa porque tiene que ver con sus gustos, o con su área de trabajo, o decida reenviar la información a quienes sí estén cerca del evento para disfrutarlo. Es posible que el potencial lector de una noticia tenga material que generosamente quiera aportar a quien es el protagonista de la misma, también es factible que quien recibe la revista tenga un viaje agendado al sitio en el que se ofrece un concierto, o que incluso decida viajar sólo para escuchar un repertorio. Es necesario empezar a actuar de acuerdo a las posibilidades de nuestro tiempo, y si creemos que todo puede estar al alcance de la mano, debemos actuar en consecuencia.

miércoles, 14 de mayo de 2014

Volver a los diecisiete... (después de whatsapp)

Tuve mi primer abono juvenil de Mozarteum a los 17 años, cuando era un adolescente nerd, con actividades nerd y amigos nerds. En ese mismo momento comencé a trabajar en la "comisión juvenil" de la asociación. Pertenecer tenía sus privilegios, y eso nos permitía a veces asistir a los conciertos desde la platea, o acompañar a algún músico durante los ensayos por sí necesitaba algo, eventualmente acompañar a quien los buscara en el aeropuerto si hablábamos su idioma, etc. Esas fueron mis primeras incursiones en el mundo profesional de la música "desde adentro". Por otra parte, asistí a numerosos conciertos de gran nivel, pagando un precio irrisorio. 

Con el correr del tiempo logré convertirme en un profesional de la música, ser parte del mundo que tanto admiraba y deseaba, y comenzar a ver las salas desde el escenario. Paralelamente comencé con mi actividad de periodista, y conté con mi pase de prensa, lo que mágicamente me permitió el ingreso casi irrestricto al mundo de la platea y los palcos. Hace 18 años que no iba al paraíso del Colón. 

Crecieron mis habilidades de músico, y creció también mi capacidad de observación y análisis. Un día descubrí que mi público, y el de muchos, muchísimos, demasiados conciertos, tenía el pelo blanco, ropa aburrida y una insoportable seriedad aprendida. Ahí comprendí que mi adolescencia había sido nerd y minoritaria (y obsoleta y acartonada), y que la mayoría de los chicos jóvenes tenía actividades diferentes a las mías. Paralelamente tuve colegas que habían descubierto la música clásica más tarde que yo, y que lamentaban no haberlo hecho antes, por falta de conocimiento de la actividad. Desde ahí, comencé a preocuparme por la generación y desarrollo del público joven. Al respecto he publicado varias notas en diferentes medios, siempre que pude hablé del tema en mis espacios de radio y ofrecí charlas y conciertos en colegios. De manera permanente traté también de hacer conocer los abonos para jóvenes del Mozarteum y Festivales Musicales, las únicas dos asociaciones de conciertos que ofrecen abonos juveniles a precios bajísimos. 

No obstante, hace mucho que quería ir a ver qué pasaba en los sectores de jóvenes durante los conciertos, cómo se comporta ese público, aggiornarme sobre sus modos de escuchar, ver y disfrutar de las interpretaciones. Es por eso que ayer fui al Colón, a una función de Mozarteum, y pedí que mi pase de prensa me dejara entrar al sector más barato del teatro. 

Allá arriba se escucha perfecto y se ve al intérprete bien lejos (no más lejos que en cualquier recital de rock, obviamente, por lo que los chicos que tienen el Abono Juvenil no se preocupan demasiado) pero en general el modus operandi de ese público difiere muchísimo del de platea. También estuvo lejos de lo que yo recordaba (quizás mis recuerdos idealizaron todo...). Me llamó la atención la cantidad de gente que caminaba o deambulaba durante la función, permanentemente y sin desparpajo (¿a dónde querrían ir?).

Por supuesto que los celulares no se apagaron nunca, pero fueron silenciados, así que no hubo ruidos, excepto los que se escucharon desde abajo. A diferencia del público adulto o directamente viejo, los chicos saben bien cómo operar sus smartphones sin que hagan ruido (así los usan durante las clases de la universidad, o reuniones de cualquier tipo, o en sus casas mientras todos duermen). Y si bien no sonaron, fueron operados permanentemente. Algunos sacaban fotos del escenario y luego escribían en sus pantallas, seguramente para subirlas a las redes. Otros chateaban permanentemente durante la performance. No sé si disfrutaban del concierto, prefiero pensar que tienen otra manera de gustar las cosas (también recuerdo muchos conciertos de mi juventud que me aburrieron infinitamente, hasta que un día hice el mágico click que me permitió entender nuevas cosas... y sé bien qué hubiera hecho en ese momento si hubiera tenido una cuenta whatsapp y amigos conectados...). Lo bueno, buenísimo, es que no molestaron para nada. 

Sin embargo, para mi sorpresa, había mucha gente mayor en aquella altura, muchos más viejos que jóvenes, que tosieron, hablaron y abrieron caramelos sin solución de continuidad. Todo eso me resultó más molesto. 

En síntesis, todavía tengo las ideas un poco desordenadas, o tuve poco tiempo para ponerme a acomodarlas. El público cambió muchísimo en los últimos años, porque el mundo se convirtió en otra cosa; y lo que más me llamó la atención es que aún cuando en Paraíso hay más jóvenes que en platea, aún sigue siendo mayoría la gente vieja (o quizás haya igual cantidad de adultos mayores que de chicos). Soñaba con un sector del teatro en el que no hubiera pelados, ni canosos, ni olor a spray de peluquería de señoras, pero no lo encontré. Respecto a sus actitudes, en gran parte me son ajenas (si voy a un concierto, no me da ganas de pasearme por la sala), pero creo que como músico tengo que prever que dentro de unos años ellos serán mi público canoso, y yo seguiré en el escenario, y seguramente van a mantener buena parte de sus hábitos. 

Quizás ustedes, lectores, me ayuden a reflexionar al respecto. Bienvenidos sus comentarios e ideas... 

jueves, 8 de mayo de 2014

Feria del ruido





Hace mucho (muchísimo...) que no iba a la Feria del Libro. No es por falta de interés en la lectura (vivo entre libros), sino porque me cansé del ruido, de caminar hasta agotarme en un espacio desordenado donde lo que menos importa son los libros, porque no me interesa estar en aglomeraciones, porque me pone nervioso caminar entre gente que deambula como zombie y sobre todo porque la feria suele ser carísima. Ayer volví, y sinceramente creo que no volveré a visitarla por unos cuantos años. 

Leí estos días, en medios diversos, una serie de loas a la feria. Elogios que hablan de una "fiesta de la lectura", de la "democratización del saber", de los "espacios de inclusión"... Y sinceramente, tras mi visita, siento que lo que menos importa en el evento es el contenido de los libros, o la lectura, o el saber, sino sus posibilidades comerciales (quieren VENDER y sólo vender) y mostrar el gran show de la mayor acumulación de libros que podamos imaginar, como si en lugar de un evento cultural fuera un récord Guiness (es increíble la cantidad de ejemplares que hay). 

La gente da vueltas, toquetea, y a veces compra, pero por lo general deambula en un espacio en el que el ruido visual y la mega-estimulación es tal que se vuelve imposible disfrutar o acercarse a la lectura, porque se cansa la vista, porque todo el tiempo hay quien pide permiso para pasar justo por el espacio en el que estamos parados, porque en medio de los libros hay eventos musicales (que en general no tienen nada que ver con los libros o las lecturas) e inmensos amplificadores que nos obligan a prestarles atención o a irnos lejos para no escucharlos (ayer, por ejemplo, una chica cantaba covers de Fito Páez, pero se equivocaba las letras, desafinaba, y sus acompañantes no tenían idea de la armonía de esas canciones. En otro pabellón, la ciudad de San Pablo ofrecía un show de percusión que sería óptimo para hacer en la calle, pero poco pertinente para la feria). 

¿Tiene sentido ir a una gran muestra y feria bibliográfica para escuchar a una chica amateur cantando mal? Es obvio que no, pero aún así había muchísima gente junto a los parlantes. 

Mención aparte merecen los stands de las provincias argentinas, muchos de ellos muy deprimentes, y otros abarrotados de objetos, pero con poquísimos libros. Evidentemente quienes los arman, en las provincias, no tienen demasiada idea de lo que es pertinente mostrar en una feria de libros. Sirva como ejemplo lo que me pasó en el stand de Santiago del Estero:

Me acerco y veo a las dos chicas del stand (muy lindas) sacándose selfies en poses provocativas y sexies, parando la cola y apretando los labios, mirando a la cámara con ojos entornados. Con obvia molestia y visible desdén me preguntan qué necesito, y les explico que quiero saber si tienen antologías  de canciones tradicionales. Me responden que no saben. Frunciendo el seño les pregunto por el que sepa guiarme por los libros, y con una sonrisa medio socarrona me dicen que nadie sabe qué libros hay expuestos, que mire lo que quiera y si algo me interesa lo lea ahí, que hay sillas si quiero estar cómodo. ¿Y si quiero comprar algo?... No, los libros no están en venta, se pueden mirar o fotografiar con el celular, que si necesito, ellas pueden darme folletos turísticos. Decido entonces que es mejor no charlar con ellas, y recorro el stand viendo publicaciones deprimentes y amarillentas, libros que nadie leyó ni leerá. FINAL FELIZ (del párrafo horrible): encontré en un libro un par de letras nuevas para una canción del siglo XVIII, que usaré en próximos conciertos. 

En síntesis: no lo pasé bien. El diseño de los stands es, por lo general, asfixiante; espacios pequeños abigarrados de libros apilados, colores y formas de alto impacto, estímulos, estímulos, estímulos que se potencian con el ruido que se adueña del espacio. (¿Quién diseñará esos sitios?). Lugares llenos de gente que va porque sí, pero no a buscar lecturas, chicas tetonas que reparten folletos que en general no tienen que ver con lo bibliográfico...

Sin embargo hay algo que está bueno: animarse a bucear en los stands de universidades o fundaciones, y encontrar cosas buenísimas que no están ni estarán en el circuito comercial, y comprarlos a un precio normal (por sí les carcome la duda, compré tres libros: el diario de un jesuita exiliado tras la expulsión, editado por la Universidad Católica de Córdoba, una recopilación de artículos sobre pintura colonial en la zona andina dd Bolivia, y un libro de ficción bien comercial para regalar en un cumpleaños. Nada mal!). 

Le conté esto a varios amigos, y todos coinciden en que "ya no van más a la Feria". Sin embargo estaba llena de gente. ¿Será a todos les gusta, excepto a mi y a mis amigos?   

lunes, 31 de marzo de 2014

el concierto en los tiempos de Twitter...

Ayer a mediodía revisaba mis cuentas de Facebook y Twitter y me encontré con las imágenes que posteo a continuación, relacionadas a un par de conciertos que tuvieron lugar en España.

En la ciudad de Zamora se llevó a cabo en estos días el Festival Internacional de Música Pórtico de Zamora, al que se vieron ligados varios de mis contactos en las redes (¿Será que "somos pocos, y nos conocemos mucho"?). Encontré entonces diferentes cosas: opiniones, fotos y comentarios de los intérpretes (antes y después de los conciertos), opiniones y fotos del público, y críticas diversas. Pensé entonces (y sigo pensándolo) en las nuevas dimensiones que toma el hecho artístico en nuestros días, en lo sencillo que resulta hoy en día meterse en parte de la intimidad de ciertos intérpretes frente a su concierto, y en recibir casi en tiempo real la información, fotos, críticas e incluso réplicas a la crítica.

Nada nuevo, nada que no sepamos, pero a veces me sigue impactando la ultravelocidad de las cosas y la multidimensionalidad de los hechos, tras pasar por el filtro, hoy ineludible, de las redes. 

Posteo a continuación algunas capturas de pantalla que hice en mi tarde de ayer. El tema del concierto de Savall y sus amigos continuó durante la noche, y aún hoy (la crítica que aparece citada en estas imágenes trajo un sinfín de comentarios y réplicas). No es mi intención entrar en el culebrón que puede desarrollarse tras una crítica, sino sólo mostrar las piezas de un rompecabezas que cada vez nos es más sencillo de armar: la mágica e instantánea posibilidad de meternos al mundo de la música, cada vez desde más sitios y puntos de vista.








domingo, 2 de marzo de 2014

el adiòs a Paco de Lucìa

Me pidieron de Diario Perfil una despedida a Paco de Lucía, tras su tristísima desaparición. Posteo a continuación mi texto original. Si quieren ver la versión on line de lo que saliò en el diario, hagan click aquí



El legado de Paco de Lucía

Ramiro Albino

El mundo de la música amaneció el miércoles con la implacable noticia de la muerte de Paco de Lucía. Lo lamentaron todos: melómanos del púbico, intérpretes profesionales, académicos, los grandes de la música popular y los más eminentes músicos clásicos, consternados y estupefactos, inundaron las redes sociales para expresar su lamento. El inmenso músico español, uno de los máximos responsables de la popularización definitiva y global del flamenco, sufrió un infarto masivo mientras jugaba con su hijo en la playa, cerca de su casa en Playa del Carmen, México, donde vivía con su familia. Fue llevado de urgencia al Hospital de Yucatán y allí murió.

Poco puede decirse de novedad respecto a Paco de Lucía. Basta con recorrer la web buscando la noticia de su obituario para encontrar todo tipo de dato posible sobre su biografía, sus ideas y pensamiento, sus discos y la historia de sus recitales. Preferimos dialogar con sus colegas argentinos e indagar desde allí en la pérdida que sufrió el arte esta semana, y aprovechamos a visitar un ensayo del Cuarteto de Guitarras In Crescendo, uno de los conjuntos de cámara más prolíficos de la escena musical porteña, para dialogar con sus integrantes, y tuvimos un diálogo telefónico con Miguel de Olaso, guitarrista y laudista con gran actividad como solista y docente en todo el país.

Juan Pablo Bujía, Andrés Novío, Ezequiel Marín y Leonardo Galán, los In Crescendo a pleno, evocan entonces al desaparecido guitarrista: “Tuvimos el privilegio de escucharlo en su último concierto en Argentina en el Teatro Gran Rex el año pasado. Fue un concierto maravilloso e inolvidable. Cuando uno es guitarrista y puede ver y escuchar a un colega de tamaña trascendencia las cuestiones relacionadas al propio instrumento quedan de lado y éste pasa a ser un medio para la obra de arte en si misma. Paco era un artista integral. Poseedor de una técnica sin precedentes, y una concepción musical acabada. Cada gesto técnico, cada recurso siempre estaba al servicio del discurso musical. Eso sin dudas provoca en los oyentes cierto grado de magnetismo y concentración dado que todo lo que se produce es un hecho musical contundente sin ningún tipo de efectismo ni artificios”

Por su parte, de Olaso, parco pero contundente sin dudar una palabra y con el mismo aplomo que caracteriza sus conciertos nos dijo: “Lo escuché en vivo cuando era adolescente, no me acuerdo en qué teatro, acá en Buenos Aires... (¿Coliseo, Ópera, Gran Rex?). Me produjo un impacto tremendo, aunque yo ya conocía sus grabaciones. Es que era un artista que trascendía el instrumento, y tenía un dominio técnico descomunal. Un genio. Sin embargo creo que su mayor magnetismo pasaba por su personalidad. No conozco a fondo toda su obra grabada, no tengo todos sus discos, pero en general lo que más me gusta es escucharlo solo con su guitarra”.

La coincidencia de conceptos, desde la diversidad de estilos de los entrevistados, es total: lo que impactaba en Paco de Lucía no era su técnica sino su manera de decir, su discurso que iba mucho más allá del instrumento. Era músico y no sólo guitarrista. (él mismo era muy consciente de su talento técnico y en varias ocasiones expresó que para él no era difícil tocar, como lo había hecho con soltura desde los siete años, sino crear un discurso, buscar un concepto artístico en cada obra y concierto).

Paco de Lucía murió junto al mar, tal como había nacido. La música lo llora, sin distinguir géneros ni nacionalidades.

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Herencia de libertad
 
En otro de los momentos destacados de nuestra charla con los integrantes del Cuarteto In Crescendo, sus integrantes mencionaron el aspecto crossover de la carrera de Paco de Lucía: “En el siglo XX la técnica de la guitarra avanzó muchísimo y se desarrollaron diversas escuelas como paradigmas muy disímiles, lo cual nos enriqueció notablemente. En su caso, Paco de Lucía había creado su estilo propio, porque logró unir la tradición del género flamenco con un enorme grado de originalidad y creatividad. Además experimentó con grandes figuras de la música de otros ámbitos, lo cual muestra una apertura hacia la incorporación de nuevos elementos para desarrollar su propia estética”. Quizás esas experiencias de romper límites artísticos y de integrar estéticas sean el mayor legado que tenemos del guitarrista español.



Si analizamos la carrera y discografía de Paco de Lucía podemos descubrir cómo pasó de ser un guitarrista flamenco a ser un guitarrista integral, un músico “multiestilos”. Su técnica impecable le permitía abordar cualquier repertorio, por lo que tras sus comienzos flamencos, pasó al repertorio clásico (con aplauso de los jóvenes y crítica de los conservadores) y finalmente fusionó su estilo con el jazz. No es difícil comparar las fechas de lanzamiento de cada álbum con los avances sociales del siglo XX, que dieron mayor libertad a los artistas y al público de todas las condiciones para elegir qué escuchar y cuándo, sin encasillamientos de clases ni ideas. Ese fue quizás el gran logro de Paco de Lucía: derribar las ridículas fronteras de la música, y acercar su calidad a todos los públicos.


martes, 18 de febrero de 2014

Fotos de músicos


Hombre tocando un pututu. Fotografía de Martín Chambi



Me pidieron un texto para el catálogo de una muestra de fotografías de músicos latinoamericanos tomados por diversos autores (uno de ellos es Martín Chambi, el autor de la foto que ilustra este post).

Trabajé mucho para escribirlo, leyendo libros de iconografía e intentando descubrir algunas de las razones por las que a lo largo de toda la historia del arte hubo tantas representaciones de gente tocando o portando instrumentos musicales. Fue un trabajo buenísimo que me llevó meses de lectura desordenada para llegar a un texto que no publicaré hasta que el catálogo no esté impreso y la exposición colgada.

Pero además de leer textos, pasé buenos ratos mirando las fotos de la exposición. Imágenes de alta calidad, buena definición y por sobre todo, una estética siempre cuidada. Me puse entonces a pensar nuevamente sobre la imagen y la música (los dos ejes sobre los que gira mi vida), y especialmente sobre las imágenes que los músicos ofrecemos en gacetillas y envíos, y sobre la cantidad de imágenes de mala calidad que consumimos a diario. Escribí entonces cinco ideas que subí a mediodía a Twitter y que ahora comparto por este medio. Aquí van:

1 – Estamos en permanente contacto con imágenes de mierda (con perdón). Así como cuidamos qué comemos podríamos cuidar qué miramos #FotosDeMusicos

2 – Las fotos que los músicos usan para difundirse son aburridas, pasadas de moda o tan caseras que dan vergüenza. Attenti, colegas! #FotosDeMusicos

3 – No alcanza con que tu instrumento sea hermosísimo ni con que el músico sea un modelo. Una buena foto es otra cosa #FotosDeMusicos

4 – Cuando era estudiante de diseño soñaba con un “comando de buen gusto”, que anduviera por ahí borrando lo feo. Resucito el sueño #FotosDeMusicos

5 – Las #FotosDeMusicos que hacen música popular son mucho más lindas-divertidas-interesantes que las de los clásicos

miércoles, 12 de febrero de 2014

clarísimo

Información / Conocimiento

Lo encontré el otro día en facebook, y es clarísimo. Sobra cualquier explicación (lo interesante es aplicarlo y no sólo maravillarse con el poder de síntesis del autor)

sábado, 8 de febrero de 2014

compartir ideas...




Algunos de los participantes del curso que terminé de dar ayer en Mendoza. Estuvo a mi cargo, junto a Griselda López Zalba (la cuarta de izquierda a derecha)

A lo largo de mi carrera, y con mucha menos regularidad que la que rige mis actividades artísticas, he dedicado tiempo a dar cursos. Justo ayer terminé de dar uno en la ciudad de Mendoza, en el que trabajamos música del Barroco italiano. 

Hace algunos años, cuando terminaba una actividad como esta, todos se iban, se dispersaban (ayer, por ejemplo había gente de Mendoza, pero también de Buenos Aires, San Rafael y Chile) y todo quedaba en la nebulosa de los recuerdos. Ahora termina el curso y los alumnos suben impresiones a Facebook, y eso es un feedback buenísimo, entre lo que ellos mismos escriben y lo que comentan sus amigos o colegas. Corroboro entonces ideas que tenía desde hace tiempo, pero que ahora las puedo ver más claramente. 

Me quedé pensando entonces en la alegría que significa dar un curso, y como quisiera que esa alegría se multiplicara, me tomo unos minutos para compartir aquí esas conclusiones tan obvias como felices. 

¿Por qué me pone feliz dar un curso?

  • Porque me ayuda a sistematizar y ordenar conocimientos que a veces tengo repartidos entre mi memoria y mis lecturas
  • Porque poner palabras a esas ideas me ayuda a replantearlas y así reforzarlas
  • Porque diseminar ideas es un acto de generosidad con el medio
  • Porque se genera en los alumnos una inyección de preguntas que les hace replantearse cuestiones fundamentales de sus responsabilidades y modos de afrontarlas
  • Porque algunos alumnos descubren que pueden hacer cosas que jamás imaginaron (y el momento en que eso pasa es realmente inolvidable)
  • Porque esos temas que amo (no concibo la idea de dar cursos si no estamos enamorados de las temáticas) de pronto encuentran nuevos adeptos


Un puñado de cantantes terminó ayer el curso y se diseminó ayer por diferentes lugares. Desde mi casa los imagino entre la fantasía y los recuerdos que tengo de las múltiples veces que viajé a tomar cursos y volví  con la alegría de saber que por fin tenía "la" llave para destrabar ciertas cosas. Estoy seguro que todos ellos hablaron ayer u hoy con sus familias, amigos o parejas sobre el mundo nuevo que se les abrió.

Eso también me pone contento: por unos días hay un grupito de gente encendida que tiene ganas de hacer mejor las cosas.

martes, 28 de enero de 2014

Las chicas de Vivaldi....


No podría contar la cantidad de veces que escuché el Gloria de Vivaldi. En vinilo, en cassete, en CD, en vivo…. Lo canté como coreuta, toqué las partes de oboe en la orquesta, conozco bien la obra. Sin embargo esta versión, que me llegó por una recomendación, me ha sorprendido.

Se trata de una reconstrucción de la obra cantada sólo con voces femeninas. Muchos musicólogos opinan que Vivaldi invitaba cantantes masculinos para las obras escritas para coro “mixto”, pero otros argumentan que esto es falso porque encuentran nombres de mujeres escritos en las partituras. El resultado es, entonces, el que escuchamos en esta grabación: un coro femenino que nos resulta a veces falto de cuerpo en los graves, y una orquesta que tiene, justamente para nivelar, un buen número de intérpretes de cuerdas graves.

El coro se llama Schola Pietatis Antonio Vivaldi (o SPAV), y surgió a partir de la iniciativa de un grupo de ex integrantes del Oxford Girls’ Choir. La orquesta está formada por las mujeres de la Orchestra of the Age of Enlightenment.

El experimento musical-visual es súper efectivo: tomas hechas en la iglesia del Ospedale de la Pietá, donde hacía sus conciertos el propio Vivaldi, con las intérpretes “escondidas” tras las rejas e iluminadas por velas (lo que, según las crónicas de la época aumentaba el misterio sobre sus apariencias), con tomas mezcladas de la ciudad y de las “chicas de Vivaldi”, uniformadas en vestidos y peinados, subiendo o bajando escaleras, etc. (como si fuera un backstage, obviamente ensayado y hasta coreografiado). Las cámaras suben, bajan y vuelan por sitios a los que nunca hubiera llegado el espectador del siglo XVIII, pero el resultado es perfecto para lo que se buscaba: un buen show televisivo, un clip que diera gusto mirar.

¿Necesidad de mercado para vender una nueva toma del Gloria?. ¿Atisbos de LA nueva versión de Vivaldi?. Escuchen, discutan, piensen, disfruten…


 

sábado, 25 de enero de 2014

L'Orfeo de Monteverdi en alemán... ¿Y por qué no?


Amor (con un vestidito rosa), la Muerte y un grupo de ninfas, pastores y criaturas del bosque celebran la boda de Orfeo y Euridice. Foto de la puesta de Barrie Kosky para la ópera Orpheus, sobre la música de Monteverdi, estrenada en Berlín en septiembre de 2012 con dirección de André de Ridder


Buscando otra cosa, Youtube me propuso hoy ver esta versión de L’Orfeo de Monteverdi. En realidad lo que me llamó la atención fue que el video anunciara esta ópera cantada en alemán, y eso me tentó a ver de qué se trataba. Y como fue una excelente sorpresa, quise postear el video acá, porque creo que vale la pena verlo.

Ante todo seré sincero: Sólo ví el primer acto. Estaba con mucha actividad y no podía sentarme dos horas a disfrutar de un video. Espero poder terminarlo en estos días.

Más allá del impacto, mirarlo me propuso una serie de interrogantes y cuestionamientos:

¿Está bueno ver esta ópera en versión traducida y arreglada para una orquesta de instrumentos sinfónicos, electrónicos, y creo que incluso folklóricos? Sin ninguna duda digo que sí. Por supuesto que no encontraremos aquí la versión purista, ni “de época” (¿de qué época, la griega, la de Monteverdi, la nuestra?), ni la “auténtica”. Sin embargo creo que es una modernización del texto musical sumamente respetuosa de la esencia de la partitura, del libreto (la traducción es buenísima y se entiende muy bien el alemán, que respeta casi palabra por palabra el original de Striggio), y sobre todo del público.

Coincide este hallazgo con una relectura que estoy haciendo de “Le nuove musiche”, de Giulio Caccini (1601) para un curso que doy en breve. Uno de los grandes motores de Caccini al presentar su “nuevo” repertorio fue lograr la inteligibilidad de los textos, y esta versión alemana, traducida al alemán logra exactamente eso: el público para el que fue pensada la representación, comprende todo (sin necesidad de recurrir a los sobretitulados, etc.). Desde ahí aplaudo esta traducción, y la acepto especialmente porque es una “traducción total”: el texto italiano llevado al alemán, la orquesta convertida en un ensamble ecléctico, la puesta hecha de modo contemporáneo aún con elementos clásicos, algunos personajes cambiados de género (por ejemplo, que el prólogo de LA música sea cantado por un tenor me resultó difícil al principio…).

Sumo a eso mi admiración hacia el titiritero omnipresente a lo largo de toda la puesta, cuyo trabajo me resultó excelente.

¿Se animan a verla? Se van a hacer muchísimas preguntas a lo largo del video. Les sugiero que antes de responderlas, se hagan otra pregunta: “¿Y por qué no?”.


Bienvenidos sus comentarios.

Es imposible, por decisión de quienes tienen los derechos, compartir el video en blogs o páginas, pero pueden verlo en youtube haciendo CLICK AQUÍ, o copiando este link en sus navegadores: http://www.youtube.com/watch?v=H5uXoDj1eRo

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