Siempre me gustaron las puertas y las ventanas, y desde chico me gustó también fantasear con lo que podría haber detrás de ellas. Me impactaba, y sigue ocurriéndome, el saber que hay puertas que serían facilísimas de abrir, y que sin embargo nadie osaría hacerlo: por respeto, por usos sociales, por prohibiciones tácitas. También me llamó siempre la atención mirar las puertas fuertes, poderosas, invencibles, como las de las cajas de seguridad, las de las fortalezas antiguas, las de las catedrales... y cómo pueden abrirse con un código mínimo, o con una llavecita (que en realidad es la materialización de la propiedad de un dueño sobre ellas, o de la confianza que el dueño tiene en alguien a quien dándole el modo de abrirla).
En fin, un tema inmenso, que quizás podría ser objeto de un nuevo blog que nunca haré. Por lo pronto posteo hoy una séptima entrega de cinco puertas de las que fotografié en 2009, a lo largo del Camino de Santiago, entre los Pirineos y la catedral compostelana. Fotos porque sí, por el placer de mirarlas, pero también para fantasear, o para perpetuar una espera que nunca existió ante esas puertas por las que pasé sin detenerme.
Posteo también aquel poema de Lope de Vega de Cristo esperando ante la puerta del alma, que tanto me gustaba en mi adolescencia, y que sigue pareciéndome una joyita, una miniatura para volver a mirar cada tanto. ¡Que lo disfruten!
En fin, un tema inmenso, que quizás podría ser objeto de un nuevo blog que nunca haré. Por lo pronto posteo hoy una séptima entrega de cinco puertas de las que fotografié en 2009, a lo largo del Camino de Santiago, entre los Pirineos y la catedral compostelana. Fotos porque sí, por el placer de mirarlas, pero también para fantasear, o para perpetuar una espera que nunca existió ante esas puertas por las que pasé sin detenerme.
Posteo también aquel poema de Lope de Vega de Cristo esperando ante la puerta del alma, que tanto me gustaba en mi adolescencia, y que sigue pareciéndome una joyita, una miniatura para volver a mirar cada tanto. ¡Que lo disfruten!
¿Qué tengo yo que mi amistad procuras?
¿Qué interés te sigue, Jesús mío,
que a mi puerta, cubierta de rocío
pasas las noches del invierno escuras?
¡Oh, cuánto fueron mis entrañas duras,
pues no me abrí! ¡Qué extraño desvarío
si de mi ingratitud el yelo frío
secó las llagas de tus plantas puras!
¡Cuántas veces el ángel me decía:
«Alma, asómate a la ventana,
verás con cuánto amor llamar porfía!»
¡Y cuántas, hermosura soberana,
«mañana le abriremos» —respondía—,
para lo mismo responder mañana!
(Lope de Vega)
¿Qué interés te sigue, Jesús mío,
que a mi puerta, cubierta de rocío
pasas las noches del invierno escuras?
¡Oh, cuánto fueron mis entrañas duras,
pues no me abrí! ¡Qué extraño desvarío
si de mi ingratitud el yelo frío
secó las llagas de tus plantas puras!
¡Cuántas veces el ángel me decía:
«Alma, asómate a la ventana,
verás con cuánto amor llamar porfía!»
¡Y cuántas, hermosura soberana,
«mañana le abriremos» —respondía—,
para lo mismo responder mañana!
(Lope de Vega)
Mi estimado. Con mucho gusto he descubierto tus post. Tan interesante leerte como conversar contigo, siempre. Un abrazo
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