sábado, 28 de noviembre de 2009

Prohibido suicidarse en primavera (parte 10 del relato del Camino)


Hoy posteo un relato escrito en San Martín del Camino, uno de los pueblos más inhóspitos y desagradables de la etapa castellana del Camino de Santiago. El contraste con León fue tan tremendo que me costó habituarme a un sitio de apariencia tan horrible. No todo fue tan tremendo, ahí conocí a Ubaldo Martínez Millán, un buen compañero de camino y excelente amigo con quien llegué hasta Santiago. Aquí va el relato...

.......................................

Hay pueblos muertos (y todos conocemos alguno), pero hay otros peores, que en realidad parece que fueron ASESINADOS. Y hoy estoy en uno de esa categoría, se llama "San Martín del Camino". Imagínense un lugar donde no hay NADA para ver, ni para hacer. Intuyo que así habrá sido el pueblo de María de Nadie, por eso es que la tira comenzó cuando ella se fue a sufrir y a enamorarse del patrón en Buenos Aires, porque si comenzaban con esto, el rating hubiera sido negativo!. Es algo así como un pueblo de la Patagonia, con un poco más de casas, pero igual de fantasma, es que no hay gente!!!, una cosa insólita. Otro sitio para NO volver en la vida.

El camino sigue presentándome gentes diversas. Es que están por todos lados, y siempre hay alguno que te habla, que se acerca con curiosidad ("Así que tù eres EL argentino?"), o con necesidad de algo, o simplemente para matar el tiempo.

Ayer pintaba yo en una calle de León, sentado junto a un tacho de basura en una calle inmunda del "Barrio hùmedo" (la zona pobre), desde donde tenía la mejor vista de la iglesia más antigua de la ciudad (Santa María del Camino). En eso se me acerca un tipo, levanto la vista y reconozco a un peregrino que había visto hace días, y que era particular porque va con su perro (!!!), un animal negro, bien parecido a un lobo. Se acercó y me contó su historia: Es maestro especial, y estaba trabajando en un instituto con niños autistas, se descuidó y una niña cayó por la ventana y quedó en coma, entonces prometió a Santiago que si ella salía de ese estado, él peregrinaría ininterrumpidamente durante un año; y eso es lo que está haciendo, pues la niña mejoró y, según él, es un milagro de Santiago. Eso le hizo renunciar al trabajo y pelearse con su mujer, que no entendió sus motivos para salir por los caminos. Ya caminó más de OCHO MIL KILÓMETROS, y sigue dando vueltas por todos los caminos de Santiago (sabrán que hay más de una ruta posible), y está escribiendo un libro con sus mùltiples aventuras. En el camino encontró ese perro abandonado y lo adoptó, con él ha caminado muchísimo, y segùn él (agárrense), el perro es... LA REENCARNACIÓN DEL LOBO DE GUBBIO (jajajajaa, menos mal que no me dijo que él es la reencarnación de Francisco, porque no hubiera podido seguir pintando de la risa). En fin, más allá de todo lo delirante, es un personaje, otro de los multipersonajes de estos lares.


la iglesia de Santa María del Camino, en León

También he encontrado gentes que hacen el camino AL REVÉS (comenzando en Santiago) otros que alternan tramos en micro con otros caminando, algunos que van en bici y vuelven caminando (o viceversa), o una chica alemana que conocí ayer que va con su padre, y comenzaron cerca de Lugo, fueron hasta Santiago y ahora vuelven hasta no sé qué otro lugar para reencontrarse con amigos.

Las historias son muchísimas, y sumamente diversas. En principio somos todos iguales, ya que vamos todos casi uniformados (los mismos zapatos, los mismos pantalones bolsudos, mochilas del mismo tipo, etc.), pero a medida que uno va conociendo a la gente, se va enterando de sus cosas, y aparecen ahí las historias de vida, o los estados y procedencias inimaginables. Hay gente que tiene muchísimo dinero, altos ejecutivos de empresas, políticos de carrera, estudiantes universitarios o de posgrado, docentes, gentes que han ahorrado con gran esfuerzo para hacer el viaje, etc. Sería largo contar historias, pero créanme que hay cantidad. De pronto la antigua canción de peregrinos a Montserrat toma sentido y se hace actual:

Concurrunt universi gaudentes populi

divites et egeni, grandes et parvuli...


la espadaña de la iglesia parroquial de San Martín del Camino
(único detalle fotografiable de un templo para olvidar
)

El peregrinaje sirve también para entender otras épocas y pueblos. Hoy pensaba, por ejemplo, en la afición y en el interés que provocaban los perfumes al pueblo israelita de la Biblia. Y es que cuando uno va andando con lo mínimo, deja cosas de lado, como por ejemplo los artículos de tocador. Ayer en León me maravillaba al sentir los olores de la gente perfumada, y hoy me deprimía de sentir el de mi propio sudor al caminar bajo el sol del mediodía. Traje un perfume, pero es mínimo (una muestra de esas que te regalan en algùn free shop cuando hay promociones de marcas nuevas), y lo usé para mi cumpleaños, guardándome el resto para cuando llegue a Santiago. Y sí, por acá también, el perfume es un tesoro.

En algunos mails que recibí hoy me decían que debo estar feliz de ver tanta maravilla. Lo estoy, por cierto. Sin embargo, hoy durante la mañana, pensaba que el mayor premio es poder disfrutar durante más de un mes, TODOS LOS DÍAS, del cielo inmenso, del horizonte lejano, del viento fresco del amanecer en la cara mientras caminamos sin apuro... lo único que extraño (realmente) es la noche, la noche estrellada y profunda. En algún pueblo próximo pagaré un hotel y no un albergue, para poder volver tarde y hacer una caminata por la negrura estrellada.

Hoy a la tarde pintaba una acuarela en la calle muerta de este pueblucho. En eso pasa un tipo y me saluda en inglés (parecía yankee). Mira mi trabajo y me dice "qué hacés en un pueblo como este, casi tan horrible como Varsovia y pintando"... Lo miré con cara de nada, levanté las cejas y fruncí un poco los labios (era demasiado obvio lo que estaba haciendo). Pareció confuso, y quizás enojado, entonces agregó "yo que vos no pintaría, porque en el papel las cosas se ven mejor que en esta triste realidad", y se fue. Me alegró la tarde, quizás de eso, justamente de eso, se trate el arte.

Hasta la próxima, pronto.



2 comentarios:

  1. Un desodorante no pesa nada y hace el propio andar y el de los demás, más inodoro! jaja

    ResponderEliminar
  2. jaja. Por supuesto que llevé un desodorante, pero no era mágico.

    ResponderEliminar

Podés dejar acá tu comentario, o comunicarte conmigo escribiendo a ramiroalbino@hotmail.com

contador de visitas