domingo, 24 de junio de 2012

Body painting...


Estoy trabajando en estos días en un proyecto musical en Mendoza, Argentina. Se trata de un concierto de música italiana del seicento, pero con el agregado de movimientos y gestualidad a mi cargo. Semejante trabajo supone, al menos en mi caso, un desafío interesante porque en este espectáculo podré verter mis ideas musicales y visuales, buscando coherencia entre música, imagen y dramaturgia, según los conceptos teatrales del Barroco. 

Posteo a continuación un boceto de comentario para el programa de mano que entregaremos en los conciertos. Si quieren saber más sobre el espectáculo, hagan click aquí.


Detalle de una Anunciación de Gentillesch
Pintar con gestos

No alcanza entonces con pintar con sonidos para el oído.
Hace falta, además,pintar con los gestos para los ojos.
(Jean Blanchet)

El inicio del siglo XVII en Italia presenta cambios fundamentales en la manera de hacer y de pensar la música. Los creadores de la ópera, género que surge en ese momento plantean la idea de hacer un canto que hable, sugiriendo la idea de “favellare in musica” (hablar, contar, narrar con la música).

El cantante, que era también actor, debía manejar la elocuencia del gesto y la narración corporal de emociones y afectos que complementaban y reforzaban el sentido de lo que estaba cantando. El mensaje sonoro era entonces “escuchado por los ojos”, según el tópico frecuente de la poesía de aquel tiempo. Se refuerza entonces el estudio y práctica de la
retórica gestual, que es minuciosamente codificada y estandarizada, plasmándose en las posturas de los actores-cantantes y en los modelos de pinturas y esculturas.

Fue en esa época, en la que la estética estaba dominada y guiada por la dramaturgia, que surge un nuevo género musical: el oratorio, en el que un grupo de cantantes encarnan personajes para contar una historia sagrada. Se buscaba que el texto fuera siempre comprensible por el público, y se cuidaba de no caer en excesos de vanidad, por lo que estas obras no eran escenificadas. En un período de estricto control moral, la imaginación del público era fomentada, pero también controlada, para que estuviera sólo al servicio de la oración y el recogimiento, buscando llegar con ella a la contemplación. Tomaba entonces la música un carácter de verdadera hierofanía, relacionando lo verosímil (aquello que podría ser), a través de la imaginación, para llevar a los fieles a la conversión.

Nuestro trabajo, según la estética del período que abordamos, busca poner la música al servicio de la palabra, y de transmitir de ese modo las historias y afectos que plantean los
compositores. Hemos elegido tres historias del Nuevo Testamento, que narran la Anunciación según palabras textuales del Evangelio de Lucas. Traicionando el origen del género, pero actualizando la manera de acercar el arte al público de hoy, hemos agregado gestualidad, movimientos y luces a estos relatos, ubicándolos además en su contexto musical con motetes de la misma época.

Ramiro Albino

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