Iglesia de la Compañía de Jesús, Quito |
Hoy estuve leyendo y escribiendo sobre la sociedad colonial,
e intentando ordenar en mis ideas el proceso a través del cual el criollismo colonial
creció como fuerza, hasta lograr la independencia. Entre mis lecturas encontré
este texto, del magnífico libro Las Trampas de la Fe en el que encontré una
inmensa claridad de conceptos, de Octavio Paz. Lo citaré en mi nuevo libro,
aunque antes lo cito aquí. El autor se refiere a México, pero la idea puede aplicarse al resto de las colonias de España en América.
“Los sueños y las aspiración es de los criollos -o su
necesidad de arraigarse en la tierra mexicana y su fidelidad a la Corona
española, su fe católica y el ansia de legitimar su presencia en un mundo que
acababa de ser bautizado- jamás hubieran podido formularse ni expresarse sin la
Compañía de Jesús. El despertar del espíritu criollo coincidió con el ascenso
de los jesuitas, que desplazaron a los franciscanos ya los dominicos y se
convirtieron en la orden más poderosa e influyente de la Nueva España. Los jesuitas
no sólo fueron los maestros de los criollos; fueron sus voceros y su
conciencia. La conjunción entre las aspiraciones criollas y la gran tentativa
jesuita de unificación mundial, produjo obras insólitas y extraordinarias, lo
mismo en la esfera de las creencia religiosas que en las del arte y la
historia. El sincretismo jesuita, unido al naciente patriotismo criollo, no
sólo modificó la actitud tradicional frente a la civilización india sino que
provocó una suerte de resurrección de ese pasado. En esa resurrección la
influencia del humanismo clásico también fue capital: por una operación de
analogía histórica, la erudición y la imaginación del siglo XVII romanizaron a
México-Tenochtitlán. La resurrección del mundo azteca fue su transfiguración en
el espejo imperial del humanismo. México-Tenochtitlán fue una Roma americana;
como la latina, primero sede de un imperio pagano y después de uno cristiano.
En la imagen de la imperial Ciudad de México podían contemplarse tanto el
patriotismo criollo como el sueño jesuita de un universalismo cristiano que
abrazase a todas las sociedades y culturas”.
Octavio Paz
Sor Juana Inés de la Cruz, o Las trampas de la fe
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