viernes, 14 de octubre de 2022

Me encanta pensar en el poder transformador de las ideas. Mariana Rewerski me invitó a un proyecto que dirige, y cuando estábamos ensayando, en un momento se puso contenta y nos dijo a todos: “pensar que esto fue una idea”. Y disfruté de ese momento, porque cada vez que estoy desarrollando un proyecto solo o con un grupo que convoco, pienso en eso, en el instante en que se me ocurrió la idea o en la vez que lo anoté en una libretita (siempre ando con libretitas y una birome para anotar ideas que me asaltan en cualquier lado).

Pero esta vez, estaba del otro lado, y la idea no se me había ocurrido a mí sino a ella, y sin embargo compartíamos la felicidad, y me dí cuenta que su idea me transformó estos días mientras estudiaba, cuando preparaba las partituras, cuando estaba nervioso camino al primer ensayo, cuando hicimos y terminamos el proyecto. Y creo que eso nos pasó a todos, de manera más o menos igual.

Mariana tuvo la idea, nos convocó, y entre todos pudimos llevarla adelante, y cuando terminamos nos pusimos felices y aplaudimos y nos llenamos de alegría. Y luego vendrá la parte en que el público también disfrute de nuestro trabajo, y también se ponga contento (ojalá), y así todo se multiplica a niveles insospechados.

Estos proyectos me llenan de ganas de seguir haciendo cosas, porque me hace mucho bien el generar proyectos, pero también porque sé que con mis ideas puedo también hacer más feliz la vida de otra gente (ya sé que esto puede ser súper obvio, pero esta vez lo sentí más a flor de piel, otras veces me pasa más desapercibido).

Y como el movimiento se demuestra andando, pues, ANDEMOS!

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