Cuando era un adolescente y descubrí que quería dedicar gran parte de mi tiempo a hacer música antigua, tomé unas clases con un destacado profesor. Poco pude sacar en limpio de aquellos encuentros, porque no tenía nivel para aprovechar sus ideas, sólo desbordaba de entusiasmo y de ganas, pero no entendía bien qué diferencia había entre Palestrina, Telemann, Vivaldi o Monteverdi, más allá de lo obvio y evidente.
Con una forma de pensar que estaba entre lo inocente y lo que había aprendido en la escuela de música de la universidad de la que era alumno desde mi infancia, creía que las obras antiguas estaban instrumentadas con la misma rigidez que muchas músicas posteriores, no permitiendo intercambios tìmbricos de ningún tipo, y me preocupaba saber que en mi provincia contaba con pocos instrumentistas que compartieran mi interès por los estilos preclásicos.
Lleno de dudas, fui a ver a aquel profesor, y le comentè mi preocupación. Con un gran conocimiento de la realidad, y con experiencia en las dificultades de hacer mùsica en la Argentina de los ochenta, me tranquilizó y me dijo: "No importa el orgánico que tengas, siempre habrá una obra de Telemann para la formación instrumental que vos tengas a mano". Y aunque parezca mentira, semejante frase fue un alivio.
En esa época comencè a estudiar diseño, y a copiarme cassettes con música de Telemann que escuchaba hasta el hartazgo durante las largas noches de preparaciòn de dibujos y entregas para la facultad. Me enamorè de esa mùsica, aùn cuando no la tocaba porque no tenía con quièn.
Pasaron los años, y estudiè en serio, y amplié mi horizonte, y conocí mucha música de muchos autores, pero Telemann siguió siempre ahí, inamovible entre los favoritos. Alcancè el nivel para tocar su música, y pude rodearme de iguales, y muchísimas veces incluí obras de Telemann en mis conciertos. He tocado sonatas, acompañamiento de cantatas, música orquestal, música para teclado y conciertos, para diversas formaciones y dificultades. Para mi examen final del conservatorio elegí tocar uno de sus conciertos, que me hizo sentir que tocaba el cielo con las manos.
Y aùn hoy, vuelvo a tocar sus obras, y sigo emocionándome y entusiasmándome. Es que me resulta "refrescante" en medio de tantas otras cosas. Y muchas veces, cuando tengo tiempo de escuchar mùsica sin hacer nada màs, pongo un CD de Telemann, e instantáneamente vuelve a mí ese estado de alegría, de maravilla, de gracia.
Vaya hoy, desde acà un calurosísimo saludo de cumpleaños, lleno de admiración, para el Aplicado Maestro de Música, nacido en Alemania un 14 de marzo, hace más de trescientos años.
Muy lindo, Ramiro.
ResponderEliminarTelemann nos sacudió el balero a varios.
Escuchando y tocando.
¡Y lo que sabía de armonía el muchacho!
Abrazo enorme.
Muy linda la fiestita.
jajaa, me alegra que te gustara la fiestita!, La verdad es que Telemann es siempre buenìsimo. Tenìa re clara la armonía, y sobre todo EL CONTRAPUNTOOOOO!!! (impresionante!!)
ResponderEliminar¡Gracias por recordarme que hoy es el cumpleaños de Telemann! Siempre ha sido mi compositor favorito.
ResponderEliminar¿Qué puede ser mejor? Es día Pi y cumpleaños de Telemann. :)