Hace más o menos tres semanas le hice una entrevista para la revista Cantabile, que está publicada en el último número. Como posiblemente muchos no puedan acceder a la revista, posteo a continuación la entrevista.
El recuperador de paraísos
Entrevista a Jordi Savall
Hacer música de otros siglos, con instrumentos originales o sus copias, intentando reconstruír su modo de tocarlos es intentar acercar al público a universos sonoros que de otro modo no existirían, pero también es abrir un orificio en el inmenso muro temporal que nos separa del pasado, para que podamos, al menos, experimentar un poco, y por nuestros propios medios, lo que ocurría en aquellas épocas. Disfrutamos, entonces, de esos paraísos perdidos, que para nosotros se han vuelto utopías.
Jordi Savall es, sin duda, un referente de la reconstrucción sonora de los estilos preclásicos. Su actividad febril e incansable ha sido fundamental para la difusión de esas músicas. Quizás, porque sin darse cuenta, él y sus grupos encarnan una nueva manera de ser utopianos (“en Utopía no hay nunca permiso para estar ocioso”, escribió Tomás Moro a principios del siglo XVI)
En diálogo con Cantabile, anticipando su visita, Savall se muestra atento a toda pregunta, siempre locuaz y lúcido, instantáneo en sus respuestas seguras y concisas. Es evidente que ya se preguntó todo antes de encarar cada trabajo, para que la claridad de sus ideas esté plasmada en sus conciertos y grabaciones, que dejan ver con claridad el concepto que hay detrás de cada nota, y de la elección de sus músicos y repertorio.
Comenzamos dialogando sobre el concepto de música antigua como “conjetura informada”, idea del musicólogo Josef Kerman citada en los comentarios de uno de sus últimos discos, “La ruta de Oriente” (donde se plantea una reconstrucción sonora de los viajes del jesuita Francisco Xavier, en el siglo XVI). Savall nos dice que “… en el momento en que uno hace una música que evoca la presencia de Xavier en Goa, evidentemente en este momento no tenemos ninguna traza de su pasaje por ahí. Hoy se escucha allí música más moderna. Lo que hacemos nosotros es, simplemente, tomar un villancico portugués contemporáneo a Francisco Xavier, e interpretarlo acompañado de un sarod y unas tablas, para sugerir cómo podría sonar esto en aquel momento. Como si alguien de la cultura india hubiera intentado aprender cantar este villancico acompañándose con sus instrumentos. Yo creo que lo que es importante en esos trabajos es rescatar la autenticidad de la emoción del momento y del gesto histórico que hacemos, la aproximación a un contexto, en este caso, no es ni invención ni conjetura, sino que es un acto creativo. Basado en lo que nosotros podemos acercarnos, con máxima pureza, al contexto”.
Desde sus vivencias personales explica su método de hipótesis de reconstrucción de un repertorio que en realidad no existe. Es notable cuán encarnada tiene en sí a la música antigua, a la que se dedica exclusivamente hace algunas décadas, refiriéndose a esta como “su” música:
“El producto no es nunca un documento que sea histórico en el sentido del viaje en el tiempo. Lo que hacemos es entender, que si alguna cosa pasó, fue esto, que un músico con sensibilidad escuchaba la música y sobre eso improvisaba, que es lo que nos pasó a nosotros también cuando trabajamos, para ese repertorio, con músicos orientales. Vinieron los japoneses y cuando escuchaban un canto gregoriano que les cantábamos, se estableció un diálogo muy bello, les salió espontáneamente la improvisación sobre nuestra música, y creo que esto es bonito, este diálogo verdaderamente intercultural, es es también un diálogo de sugestión.
Tras esto, la pregunta casi obvia fue acerca de la idea de sugestión en la mezcla de culturas del repertorio del Barroco americano.
El repertorio de los villancicos, la música es como la de aquí en la misma época (se refiere a España), pero yo creo que vosotros tenéis en eso un material por investigar en relación con el folklore realmente amerindiano, que es muy importante. Y esto es un tema que está aún por desarrollarse de forma plena. Yo creo que esto es un tema extremadamente interesante, porque la creación del testimonio amerindiano, del mundo latinohispano, es un repertorio que resulta de muchas mezclas, de un mestizaje entre la cultura que viene de España, los aportes indianos y los aportes también del mundo africano, porque llegaron también con los barcos muchos esclavos africanos que también cantaban y que influenciaron, sin duda, la música.
Para los latinoamericanos, acostumbrados a buscar casi siempre las contextualizaciones mirando hacia Europa, nos resulta extraño entender cómo un grupo europeo tiene que contextualizar mirando para este lado. El trabajo de Savall respecto a esto es de larga data y lenta decantación:
“cuando formamos Hesperion, en el primer grupo de Hesperion había dos argentinos: Gabriel Garrido y Lorenzo Alpert, que eran parte del grupo en los años ‘75, ‘76, desde los primeros años que estuve haciendo música había un contacto con músicos que conocían el folklore sudamericano, que tocaban instrumentos, que dominaban ese repertorio. Después en los múltiples viajes que hice en los años ‘70, cuando viajé a Colombia, México, Venezuela, Chile, siempre estuvimos en contacto con personas que conocían la música tradicional, y a través de sus observaciones conocimos el estilo. Nosotros no hemos intentado que los villancicos sean folklóricos, pero buscamos de poner en evidencia las raíces auténticas de estas músicas. Entonces cuando hay una negrilla o una guaracha, escuchamos guarachas mexicanas de la época, del repertorio del son, para darnos cuenta del espíritu de esta música” [...] “Quiero decir además esta frase de Lope de Vega o de Miguel de Cervantes, que decía “la chacona, esta indiana amulatada que nos viene de las Yndias” (cita de “La ilustre fregona”, de Cervantes), esto ya es una declaración de sus orígenes mestizos y prácticamente de un diálogo cultural sabroso. Una chacona, que es una danza, siempre se dijo, eminentemente europea, nos aparece como danza mestiza, resultado de la mezcla entre una mulata, un indiano y las influencias hispánicas”.
La idea de buscar raíces para el folklore latinoamericano en el villancico barroco es muy discutida. Evidentemente, Savall no está al tanto de buena parte de las discusiones que eso genera entre musicólogos latinoamericanos y músicos supuestamente especializados en el barroco que se dio en este lado del mundo. El tema es inmenso, y trasciende absolutamente este espacio y sus intenciones, y está analizado y estudiado más de lo que muchos creen. Lo interesante de la aproximación que hace Savall al repertorio latinoamericano está en la instrumentación y las posibilidades que le ofrece su situación artístico-económica, mostrando la solución que necesitarían muchos grupos latinoamericanos dedicados a ese repertorio. Hay dos grandes problemas que enfrentan quienes, desde América Latina, intentan volver a armar el ethos del artista barroco de las colonias españolas. El primero es la falta de profesionalismo de ciertos intérpretes; y el segundo y más constante, es la pobreza de recursos económicos para reconstruír un patrimonio musical que se desarrolló en ciudades ricas, donde no se escatimaba en gastos para contratar la cantidad que hiciera falta de cantantes o instrumentistas en la búsqueda del brillo que se consideraba necesario para engalanar una fiesta, o simplemente para hacer ostentación. Hesperion XXI, desde su bien ganado prestigio, tiene la posibilidad de contratar intérpretes de excelencia, y de conseguir el sponsoreo que necesite para cualquier proyecto que se proponga.
Finalmente, ante la inmensa proliferación de conciertos convertidos en shows, quisimos conocer la opinión que tiene uno de los músicos más activos del panorama internacional sobre este tema.
“Creo que estamos en una época donde, si no puedes sorprender, la gente se queda quizás un poco asustada. Esto yo creo que pasa solamente cuando lo que propones musicalmente no tiene la intensidad o el nivel suficiente. Yo creo que nosotros estamos haciendo muchísimos conciertos, ninguno escenificado, y funciona todo muy bien”.
“Hay músicas hechas para la escena, para bailar, para hacer teatro, y otras músicas que son para escuchar. Yo creo que, personalmente, nunca se me ocurrirá hacer cosas como la que se piensa hacer en París el año que viene: una escenificación de las Vísperas de Monteverdi. Yo no lo aceptaría, porque yo sé que Monteverdi nunca tuvo la idea de hacer una ópera con esa música. Yo creo que esto es aprovecharse de un material musical para hacer una cosa diferente, que va en contra de lo que es el contenido y el contexto musical. Son cuestiones de gusto y cada uno puede escoger”.
Sin embargo, en la producción de Savall, hay cosas que sí cambian, y se transforman evidentemente. Sus discos se han vuelto libros, brindándonos una mayor y mejor información literaria y visual sobre los repertorios.
“Para nosotros el disco es un proyecto cultural, es un proyecto con el que ganamos poco, porque lo vendemos casi al costo. Esto da una medida de lo que es Alia Vox (el sello del cual es propietario), que no es una empresa comercial, no creamos Alia Vox para enriquecernos, sino para poder hacer proyectos tal como los pensamos, sin ninguna limitación. Entonces eso es para nosotros una forma de mostrar que el disco hecho con un contenido histórico-filosófico nunca va a desaparecer, porque esto tú no lo puedes bajar de internet, no lo puedes piratear.
Sólo nos resta esperar los conciertos, que llegarán con la primavera, sentarnos en el Coliseo y durante un par de horas escuchar sobre el Paraíso. Después de todo, Savall es tan ibérico como Hytlodeo y tan buen narrador de utopías como Tomás Moro.
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Paraísos perdidos y paraísos recuperados
Hay quienese critican las versiones de Jordi Savall, argumentando que son demasiado fantasiosas (él se enorgullece de ciertas fantasías, defendiendo siempre la idea de acto creativo), o planteando que a veces está más presente su huella que la del compositor.
Sin embargo nadie puede negar lo que Savall ha hecho con todos nosotros, llevándonos a los innumerables paraísos que su creatividad musical ha reconstruído durante más de tres décadas de trabajo continuo.
Con 160 discos grabados (además de los “pecados de juventud”, a los que prefiere no contabilizar), Savall es uno de los músicos más prolíficos e inteligentes de nuestro tiempo. Dice lo que quiere y lo dice como quiere, es intérprete, director y empresario discográfico, habiendo manejado su carrera de modo brillante, acercando al público a lugares musicales a los que jamás se imaginó que llegaría.
En esta visita nos plantea dos programas de concierto dirigiendo a Hesperion XXI. El primero (22 de septiembre) está dedicado a la música que se cultivó en la América hispana, durante el barroco, ofreciendo una selección de villancicos, cantos y bailes que acompañaron a las constantes fiestas que engalanaron a aquellas ciudades ricas no sólo en minerales o recursos, sino también en expresiones artísticas. El segundo (23 de septiembre) está, orientado al repertorio que antecedió al descubrimiento de América, el de la España del Renacimiento, en la que convivieron moros, cristianos y judíos dando origen a un mestizaje originalísimo del que salieron ideas que nutrieron a toda Europa, en plena ebullición del humanismo.
Entrevista a Jordi Savall
Hacer música de otros siglos, con instrumentos originales o sus copias, intentando reconstruír su modo de tocarlos es intentar acercar al público a universos sonoros que de otro modo no existirían, pero también es abrir un orificio en el inmenso muro temporal que nos separa del pasado, para que podamos, al menos, experimentar un poco, y por nuestros propios medios, lo que ocurría en aquellas épocas. Disfrutamos, entonces, de esos paraísos perdidos, que para nosotros se han vuelto utopías.
Jordi Savall es, sin duda, un referente de la reconstrucción sonora de los estilos preclásicos. Su actividad febril e incansable ha sido fundamental para la difusión de esas músicas. Quizás, porque sin darse cuenta, él y sus grupos encarnan una nueva manera de ser utopianos (“en Utopía no hay nunca permiso para estar ocioso”, escribió Tomás Moro a principios del siglo XVI)
En diálogo con Cantabile, anticipando su visita, Savall se muestra atento a toda pregunta, siempre locuaz y lúcido, instantáneo en sus respuestas seguras y concisas. Es evidente que ya se preguntó todo antes de encarar cada trabajo, para que la claridad de sus ideas esté plasmada en sus conciertos y grabaciones, que dejan ver con claridad el concepto que hay detrás de cada nota, y de la elección de sus músicos y repertorio.
Comenzamos dialogando sobre el concepto de música antigua como “conjetura informada”, idea del musicólogo Josef Kerman citada en los comentarios de uno de sus últimos discos, “La ruta de Oriente” (donde se plantea una reconstrucción sonora de los viajes del jesuita Francisco Xavier, en el siglo XVI). Savall nos dice que “… en el momento en que uno hace una música que evoca la presencia de Xavier en Goa, evidentemente en este momento no tenemos ninguna traza de su pasaje por ahí. Hoy se escucha allí música más moderna. Lo que hacemos nosotros es, simplemente, tomar un villancico portugués contemporáneo a Francisco Xavier, e interpretarlo acompañado de un sarod y unas tablas, para sugerir cómo podría sonar esto en aquel momento. Como si alguien de la cultura india hubiera intentado aprender cantar este villancico acompañándose con sus instrumentos. Yo creo que lo que es importante en esos trabajos es rescatar la autenticidad de la emoción del momento y del gesto histórico que hacemos, la aproximación a un contexto, en este caso, no es ni invención ni conjetura, sino que es un acto creativo. Basado en lo que nosotros podemos acercarnos, con máxima pureza, al contexto”.
Desde sus vivencias personales explica su método de hipótesis de reconstrucción de un repertorio que en realidad no existe. Es notable cuán encarnada tiene en sí a la música antigua, a la que se dedica exclusivamente hace algunas décadas, refiriéndose a esta como “su” música:
“El producto no es nunca un documento que sea histórico en el sentido del viaje en el tiempo. Lo que hacemos es entender, que si alguna cosa pasó, fue esto, que un músico con sensibilidad escuchaba la música y sobre eso improvisaba, que es lo que nos pasó a nosotros también cuando trabajamos, para ese repertorio, con músicos orientales. Vinieron los japoneses y cuando escuchaban un canto gregoriano que les cantábamos, se estableció un diálogo muy bello, les salió espontáneamente la improvisación sobre nuestra música, y creo que esto es bonito, este diálogo verdaderamente intercultural, es es también un diálogo de sugestión.
Tras esto, la pregunta casi obvia fue acerca de la idea de sugestión en la mezcla de culturas del repertorio del Barroco americano.
El repertorio de los villancicos, la música es como la de aquí en la misma época (se refiere a España), pero yo creo que vosotros tenéis en eso un material por investigar en relación con el folklore realmente amerindiano, que es muy importante. Y esto es un tema que está aún por desarrollarse de forma plena. Yo creo que esto es un tema extremadamente interesante, porque la creación del testimonio amerindiano, del mundo latinohispano, es un repertorio que resulta de muchas mezclas, de un mestizaje entre la cultura que viene de España, los aportes indianos y los aportes también del mundo africano, porque llegaron también con los barcos muchos esclavos africanos que también cantaban y que influenciaron, sin duda, la música.
Para los latinoamericanos, acostumbrados a buscar casi siempre las contextualizaciones mirando hacia Europa, nos resulta extraño entender cómo un grupo europeo tiene que contextualizar mirando para este lado. El trabajo de Savall respecto a esto es de larga data y lenta decantación:
“cuando formamos Hesperion, en el primer grupo de Hesperion había dos argentinos: Gabriel Garrido y Lorenzo Alpert, que eran parte del grupo en los años ‘75, ‘76, desde los primeros años que estuve haciendo música había un contacto con músicos que conocían el folklore sudamericano, que tocaban instrumentos, que dominaban ese repertorio. Después en los múltiples viajes que hice en los años ‘70, cuando viajé a Colombia, México, Venezuela, Chile, siempre estuvimos en contacto con personas que conocían la música tradicional, y a través de sus observaciones conocimos el estilo. Nosotros no hemos intentado que los villancicos sean folklóricos, pero buscamos de poner en evidencia las raíces auténticas de estas músicas. Entonces cuando hay una negrilla o una guaracha, escuchamos guarachas mexicanas de la época, del repertorio del son, para darnos cuenta del espíritu de esta música” [...] “Quiero decir además esta frase de Lope de Vega o de Miguel de Cervantes, que decía “la chacona, esta indiana amulatada que nos viene de las Yndias” (cita de “La ilustre fregona”, de Cervantes), esto ya es una declaración de sus orígenes mestizos y prácticamente de un diálogo cultural sabroso. Una chacona, que es una danza, siempre se dijo, eminentemente europea, nos aparece como danza mestiza, resultado de la mezcla entre una mulata, un indiano y las influencias hispánicas”.
La idea de buscar raíces para el folklore latinoamericano en el villancico barroco es muy discutida. Evidentemente, Savall no está al tanto de buena parte de las discusiones que eso genera entre musicólogos latinoamericanos y músicos supuestamente especializados en el barroco que se dio en este lado del mundo. El tema es inmenso, y trasciende absolutamente este espacio y sus intenciones, y está analizado y estudiado más de lo que muchos creen. Lo interesante de la aproximación que hace Savall al repertorio latinoamericano está en la instrumentación y las posibilidades que le ofrece su situación artístico-económica, mostrando la solución que necesitarían muchos grupos latinoamericanos dedicados a ese repertorio. Hay dos grandes problemas que enfrentan quienes, desde América Latina, intentan volver a armar el ethos del artista barroco de las colonias españolas. El primero es la falta de profesionalismo de ciertos intérpretes; y el segundo y más constante, es la pobreza de recursos económicos para reconstruír un patrimonio musical que se desarrolló en ciudades ricas, donde no se escatimaba en gastos para contratar la cantidad que hiciera falta de cantantes o instrumentistas en la búsqueda del brillo que se consideraba necesario para engalanar una fiesta, o simplemente para hacer ostentación. Hesperion XXI, desde su bien ganado prestigio, tiene la posibilidad de contratar intérpretes de excelencia, y de conseguir el sponsoreo que necesite para cualquier proyecto que se proponga.
Finalmente, ante la inmensa proliferación de conciertos convertidos en shows, quisimos conocer la opinión que tiene uno de los músicos más activos del panorama internacional sobre este tema.
“Creo que estamos en una época donde, si no puedes sorprender, la gente se queda quizás un poco asustada. Esto yo creo que pasa solamente cuando lo que propones musicalmente no tiene la intensidad o el nivel suficiente. Yo creo que nosotros estamos haciendo muchísimos conciertos, ninguno escenificado, y funciona todo muy bien”.
“Hay músicas hechas para la escena, para bailar, para hacer teatro, y otras músicas que son para escuchar. Yo creo que, personalmente, nunca se me ocurrirá hacer cosas como la que se piensa hacer en París el año que viene: una escenificación de las Vísperas de Monteverdi. Yo no lo aceptaría, porque yo sé que Monteverdi nunca tuvo la idea de hacer una ópera con esa música. Yo creo que esto es aprovecharse de un material musical para hacer una cosa diferente, que va en contra de lo que es el contenido y el contexto musical. Son cuestiones de gusto y cada uno puede escoger”.
Sin embargo, en la producción de Savall, hay cosas que sí cambian, y se transforman evidentemente. Sus discos se han vuelto libros, brindándonos una mayor y mejor información literaria y visual sobre los repertorios.
“Para nosotros el disco es un proyecto cultural, es un proyecto con el que ganamos poco, porque lo vendemos casi al costo. Esto da una medida de lo que es Alia Vox (el sello del cual es propietario), que no es una empresa comercial, no creamos Alia Vox para enriquecernos, sino para poder hacer proyectos tal como los pensamos, sin ninguna limitación. Entonces eso es para nosotros una forma de mostrar que el disco hecho con un contenido histórico-filosófico nunca va a desaparecer, porque esto tú no lo puedes bajar de internet, no lo puedes piratear.
Sólo nos resta esperar los conciertos, que llegarán con la primavera, sentarnos en el Coliseo y durante un par de horas escuchar sobre el Paraíso. Después de todo, Savall es tan ibérico como Hytlodeo y tan buen narrador de utopías como Tomás Moro.
..........................
Paraísos perdidos y paraísos recuperados
Hay quienese critican las versiones de Jordi Savall, argumentando que son demasiado fantasiosas (él se enorgullece de ciertas fantasías, defendiendo siempre la idea de acto creativo), o planteando que a veces está más presente su huella que la del compositor.
Sin embargo nadie puede negar lo que Savall ha hecho con todos nosotros, llevándonos a los innumerables paraísos que su creatividad musical ha reconstruído durante más de tres décadas de trabajo continuo.
Con 160 discos grabados (además de los “pecados de juventud”, a los que prefiere no contabilizar), Savall es uno de los músicos más prolíficos e inteligentes de nuestro tiempo. Dice lo que quiere y lo dice como quiere, es intérprete, director y empresario discográfico, habiendo manejado su carrera de modo brillante, acercando al público a lugares musicales a los que jamás se imaginó que llegaría.
En esta visita nos plantea dos programas de concierto dirigiendo a Hesperion XXI. El primero (22 de septiembre) está dedicado a la música que se cultivó en la América hispana, durante el barroco, ofreciendo una selección de villancicos, cantos y bailes que acompañaron a las constantes fiestas que engalanaron a aquellas ciudades ricas no sólo en minerales o recursos, sino también en expresiones artísticas. El segundo (23 de septiembre) está, orientado al repertorio que antecedió al descubrimiento de América, el de la España del Renacimiento, en la que convivieron moros, cristianos y judíos dando origen a un mestizaje originalísimo del que salieron ideas que nutrieron a toda Europa, en plena ebullición del humanismo.
Siguiendo con el tema anterior, es verdad que Savall graba muchos discos por año. Es un empresario también.
ResponderEliminarMe viene a la memoria Glenn Gould grabando las Golberg de joven y revolucionando el mundo interpretativo de Bach en la época.
Y las vuelve a grabar treinta años después poco antes de morir sabiendo que el cáncer se lo comía.
Escuchar las dos versiones juntas es muy revelador. La segunda es a mi juicio mucho más "Zen". LA recorre un viento frío que sin embargo es tranquilizador.
Supongo que él sintió que tenía algo nuevo por decir.
Entonces todos los que graban tienen algo por decir ?
No lo creo.
Si tu pregunta tiene implícita la respuesta, cosa que creo, estoy totalmente de acuerdo: NO TODOS LOS QUE GRABAN TIENEN ALGO PARA DECIR. Claro que no! Hay gente que graba porque cree que el disco es un trampolín a la fama o a los contratos (es posible que sea cierto, siempre que el disco tenga un mensaje que la gente entienda o disfrute), otros graban porque es una exigencia del medio (personalmente creo que las exigencias de cada grupo debería ponerlas cada grupo), y otros, los famosos, porque tienen que cumplir con contratos de sellos discográficos, y entonces inventan CDs todo el tiempo. Es un tema inmenso... La seguimos luego!
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