Hace algo así como un mes, me entrevistó Sandra de la Fuente, para Revista Ñ. Yo estaba en Sevilla, terminando una gira, e hicimos la nota por teléfono, fue una llamada larguísima, intensa y súper divertida.
Finalmente se publicó la nota, hace un par de semanas, y hoy subo al blog, a continuación, algunos fragmentos que elegí porque me resultan significativos. Los copio a continuación, y a los que quieran leer la nota completa, los invito a hacer click aquí, para acceder a todo el texto.
Aquí mis fragmentos seleccionados:
–En Mendoza, donde nací y estudié, me dijeron que la música antigua
no existía, que era protomúsica. Me vine a Buenos Aires a estudiar pero no había
una escuela de música antigua, pero lo que sí sucedió es que el conservatorio me
dio la carrera de flauta dulce, que estaba buenísima. También en el conservatorio
conocí a Gabriel Pérsico, un tipo que me abrió mucho la cabeza en términos de música
barroca. Él y Clara Cortazar estaban a cargo del Centro de Música Antigua de la
UCA. En los años 90 –tiempos de Menemato-- vinieron muchísimos artistas europeos
y dieron sus cursos allí. Yo no tenía un peso, la UCA me becó a cambio de servicios
mínimos de difusión porque yo ya trabajaba en radio, en la vieja FM Clásica, la
97.5, antes de que se fusionara con la Nacional. Trabajaba también en la Revista
Clásica. Esos cursos me llevaron a otros. Mi formación fue alternativa.
(...)
–Creía que tenía que inventar mi musicología personal porque
el mundo que me rodeaba, en Mendoza, era y es un desierto. Viajé, busqué cartas,
me puse a estudiar el estilo de vida en las Misiones, la liturgia, las pinturas,
toda la iconografía. Con eso armé un panorama americano. También me fui a Bolivia
y a Perú. Viajé con la mentalidad del viajero del siglo XIX, con cuadernos y papeles
para dibujar y pintar. También tenía cámara de fotos pero como los rollos y el revelado
eran carísimos, dibujaba y pintaba muchísimo, anotaba cosas de la arquitectura.
Tengo muchísimos cuadernos. Relevé todas las iglesias del mundo andino, desde Bariloche
hasta Panamá. Recorrí en micro toda América del Sur.
(...)
El primero de sus libros, Guía para disfrutar más de la música
antigua, es una hermosa miniatura cargada de ilustraciones y códigos QR para leer
y escuchar en cualquier parte. El segundo, una Guía de música colonial, tiene una
estructura más formal pero no dejan de contagiar la alegría de sus descubrimientos
sobre el tema que lo apasiona: la música antigua.
(...)
–Me encanta no tener que lidiar con negociaciones editoriales.
La desventaja es que estoy solo, que no hay red, y a veces no hay dinero. Pero la
gran ventaja es que puedo hacer mi capricho. Hago el libro que quiero, no negocio
con un editor que me dice que sería importante incluir tal o cual cosa que a mí
no me interesa incluir. Es mi libro y escribo lo que quiero. Pasa lo mismo con los
conciertos. Estos libros no son académicos. Son libros objeto con grabados, para
ir y venir. Una señora me dijo que era un libro para acariciar. Me gusta que sea
chico, que pueda ir en la cartera para leer en el subte o cuando esperás al dentista.
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