Algunos de los participantes del curso que terminé de dar ayer en Mendoza. Estuvo a mi cargo, junto a Griselda López Zalba (la cuarta de izquierda a derecha) |
A lo largo de mi
carrera, y con mucha menos regularidad que la que rige mis actividades
artísticas, he dedicado tiempo a dar cursos. Justo ayer terminé de dar uno en
la ciudad de Mendoza, en el que trabajamos música del Barroco italiano.
Hace algunos
años, cuando terminaba una actividad como esta, todos se iban, se dispersaban (ayer, por ejemplo había gente de Mendoza, pero también de Buenos Aires, San
Rafael y Chile) y todo quedaba en la nebulosa de los recuerdos. Ahora
termina el curso y los alumnos suben impresiones a Facebook, y eso es un
feedback buenísimo, entre lo que ellos mismos escriben y lo que comentan sus
amigos o colegas. Corroboro entonces ideas que tenía desde hace tiempo, pero
que ahora las puedo ver más claramente.
Me quedé
pensando entonces en la alegría que significa dar un curso, y como quisiera que
esa alegría se multiplicara, me tomo unos minutos para compartir aquí esas
conclusiones tan obvias como felices.
¿Por qué me pone
feliz dar un curso?
- Porque me ayuda a sistematizar y ordenar conocimientos que a veces tengo repartidos entre mi memoria y mis lecturas
- Porque poner palabras a esas ideas me ayuda a replantearlas y así reforzarlas
- Porque diseminar ideas es un acto de generosidad con el medio
- Porque se genera en los alumnos una inyección de preguntas que les hace replantearse cuestiones fundamentales de sus responsabilidades y modos de afrontarlas
- Porque algunos alumnos descubren que pueden hacer cosas que jamás imaginaron (y el momento en que eso pasa es realmente inolvidable)
- Porque esos temas que amo (no concibo la idea de dar cursos si no estamos enamorados de las temáticas) de pronto encuentran nuevos adeptos
Un puñado de
cantantes terminó ayer el curso y se diseminó ayer por diferentes lugares.
Desde mi casa los imagino entre la fantasía y los recuerdos que tengo de las
múltiples veces que viajé a tomar cursos y volví con la alegría de
saber que por fin tenía "la" llave para destrabar ciertas cosas.
Estoy seguro que todos ellos hablaron ayer u hoy con sus familias, amigos o
parejas sobre el mundo nuevo que se les abrió.
Eso también me
pone contento: por unos días hay un grupito de gente encendida que tiene ganas
de hacer mejor las cosas.
Muy conmovedor todo lo que decís!! Es así, cuando uno ama lo que hace, enciende en los otros al menos el entrusiasmo por querer saber algo, y ni hablar cuando se puede poner en práctica, con el propio coro, o propio grupo de alumnos, todo lo que uno descubre en estos espacios maravillosos que son los cursos o talleres! Para mí, han significado momentos inolvidables en mi vida!!!! Como el que nos diste tan generosamente el año pasado en Ituzaingó sobre Morales!!!!!! Aún cuando uno pueda escuchar cosas que sabe, el ámbito único, las potencia, y ubica en otro contexto. Son espacios en los que renovamos energía y nos llenamos de saber compartido! Me alegro muchísimo por vos y Griselda! Y también por mí, que a la distancia puedo reflexionar y recordar esos momentos de estudio compartidos con alumnos y colegas! Bravo!
ResponderEliminarGracias Roxi! Sigamos haciendo cosas juntos, que nos potencian para bien!!
EliminarGracias por compartir tus impresiones Ramiro!! Creo que no son tan obvias, aunque, como decís, deberían serlo! Vivimos en la época de la diversión y el menor esfuerzo, y empezar a cambiar ese paradigma, animando a otros a que puedan sentir placer por estudiar, es algo maravilloso. Ojala mas de estas experiencias se sigan reproduciendo, y ojala que muchas personas puedan descubrir que son capaces de pensar y de hacer cosas que nunca imaginaron. Un abrazo grande!!!
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