Los ratoncitos parecían escapados del Tren de la Alegría (Aaaaah!!!) |
El teatro Colón de Buenos Aires está presentando la ópera La Cenerentola. Escribí la crítica para Diario Perfil, que salió publicada ayer en la edición papel, pero que no está on line. La copio a continuación para quien quiera leerla.
Es una nota corta, porque en el diario me dieron poco espacio (sólo 2500 caracteres con espacios). Se podría ahondar más en el tema, aunque por ahora me limito a lo enviado al diario.
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Cerca de la magia
El Teatro Colón presenta la
ópera La Cenerentola
(mi crítica publicada en Diario
Perfil, el 30 de septiembre de 2012)
RAMIRO ALBINO
Calificación: !!!
La
Cenerentola, ossia la bontà in trionfo
Música de
Gioacchino Rossini
Libreto de Giacopo
Ferretti
Intérpretes
vocales:
Serena Malfi (Angelina)
Kenneth Tarver (Don Ramiro)
Aris Argiris (Dandini)
Carlo Lepore (Don Magnífico)
Marisú Pavón (Clorinda)
Florencia Machado (Thisbe)
Carlos Esquivel (Alidoro)
Dirección Musical: Reinaldo Censabella
Puesta en escena: Sergio Renán
Escenografìa: Emilio Basaldúa
Vestuario: Gino Bogani
Diseño de Iluminación y Animación:Álvaro Luna
Temporada lírica del Teatro Colón.
Función del 28 de septiembre
El Teatro Colón estrenó esta
semana una nueva versión de La Cenerentola. El cuento de Perrault, convertido en
libreto de ópera por Giacopo Ferretti,
y musicalizado por Rossini.
El espectáculo, que reunió un
nutrido elenco internacional y contó con importantes referentes nacionales de
la escena y la estética, tuvo un resultado desparejo, desde lo visual, lo escénico
y lo musical. Esto opacó la partitura, e imposibilitó lo que pudo haber sido una
fiesta para el deleite visual y auditivo.
El elenco vocal tuvo serias
desavenencias rítmicas con la orquesta (sobre todo en los momentos de conjunto,
que parecían desarmarse), pero además hubo fallas técnicas generales entre la
mayor parte de los personajes, que no pudieron hacer frente con altura a las
coloraturas y detalles pedidos por Rossini. Aris Argiris (Dandini) y Carlo
Lepore (Don Magnifico) fueron quienes tuvieron mejor desempeño general, mientras
que en el otro extremo se encontró Kenneth Tarver, quien encarnó un príncipe que no logró convencer desde ningún punto de
vista. La orquesta fue efectiva, pero no tuvo chispa para acompañar el libreto
ni contrastes dinámicos.
La fórmula
Renán-Bogani-Basaldúa (puesta en escena, vestuario y escenografía,
respectivamente) era casi una apuesta a la perfección y la sutileza. Sin
embargo, la falta de unidad y de concepción de cada tarea como un sistema
estético autocontenido y coherente dentro del resultado general, impidió que se
llegara al máximo deleite, porque siempre aparecía en escena un elemento que lo
impedía. Tal fue el despliegue de elementos, de tecnología y de pretendido
“glamour”, que se perdía la jerarquización de elementos y el espectador se
perdía ante algo que por momentos llegó a lo grotesco. Incluso podríamos
preguntarnos si todas las proyecciones que complementaban los elementos
materiales eran necesarias, ya que algunas funcionaban con gran cohesión,
mientras que otras eran golpes a la vista, sin razón aparente.
Sin duda lo que se buscó fue
hacer una puesta mágica, y recuperar elementos del cuento infantil (es extraño,
porque los abonos del Colón son siempre consumidos por adultos). Es posible que
la idea se sostuviera si el discurso actoral de los cantantes fuera más
convincente, y si la magia no pareciera un disfraz. Es difícil jugar con
proyecciones en la ópera después de la Fura, es más difícil hacer magia con un
cuento de hadas después de Disney.
Hola Ramiro,
ResponderEliminarRecibi tu critica a traves del foro "habitues del teatro colon" y me sorprendio gratamente leer tu nombre... Fui alumna tuya y recuerdo tus clases con mucho carinio.
(estoy escribiendo desde una tableta sin tildes ni enies... Sabe disculpar la escritura).
Recuerdo que tambien participabas en una orquesta... Estas en alguna presentacion por estos dias.
Saludos, Julia Duran