jueves, 8 de mayo de 2014

Feria del ruido





Hace mucho (muchísimo...) que no iba a la Feria del Libro. No es por falta de interés en la lectura (vivo entre libros), sino porque me cansé del ruido, de caminar hasta agotarme en un espacio desordenado donde lo que menos importa son los libros, porque no me interesa estar en aglomeraciones, porque me pone nervioso caminar entre gente que deambula como zombie y sobre todo porque la feria suele ser carísima. Ayer volví, y sinceramente creo que no volveré a visitarla por unos cuantos años. 

Leí estos días, en medios diversos, una serie de loas a la feria. Elogios que hablan de una "fiesta de la lectura", de la "democratización del saber", de los "espacios de inclusión"... Y sinceramente, tras mi visita, siento que lo que menos importa en el evento es el contenido de los libros, o la lectura, o el saber, sino sus posibilidades comerciales (quieren VENDER y sólo vender) y mostrar el gran show de la mayor acumulación de libros que podamos imaginar, como si en lugar de un evento cultural fuera un récord Guiness (es increíble la cantidad de ejemplares que hay). 

La gente da vueltas, toquetea, y a veces compra, pero por lo general deambula en un espacio en el que el ruido visual y la mega-estimulación es tal que se vuelve imposible disfrutar o acercarse a la lectura, porque se cansa la vista, porque todo el tiempo hay quien pide permiso para pasar justo por el espacio en el que estamos parados, porque en medio de los libros hay eventos musicales (que en general no tienen nada que ver con los libros o las lecturas) e inmensos amplificadores que nos obligan a prestarles atención o a irnos lejos para no escucharlos (ayer, por ejemplo, una chica cantaba covers de Fito Páez, pero se equivocaba las letras, desafinaba, y sus acompañantes no tenían idea de la armonía de esas canciones. En otro pabellón, la ciudad de San Pablo ofrecía un show de percusión que sería óptimo para hacer en la calle, pero poco pertinente para la feria). 

¿Tiene sentido ir a una gran muestra y feria bibliográfica para escuchar a una chica amateur cantando mal? Es obvio que no, pero aún así había muchísima gente junto a los parlantes. 

Mención aparte merecen los stands de las provincias argentinas, muchos de ellos muy deprimentes, y otros abarrotados de objetos, pero con poquísimos libros. Evidentemente quienes los arman, en las provincias, no tienen demasiada idea de lo que es pertinente mostrar en una feria de libros. Sirva como ejemplo lo que me pasó en el stand de Santiago del Estero:

Me acerco y veo a las dos chicas del stand (muy lindas) sacándose selfies en poses provocativas y sexies, parando la cola y apretando los labios, mirando a la cámara con ojos entornados. Con obvia molestia y visible desdén me preguntan qué necesito, y les explico que quiero saber si tienen antologías  de canciones tradicionales. Me responden que no saben. Frunciendo el seño les pregunto por el que sepa guiarme por los libros, y con una sonrisa medio socarrona me dicen que nadie sabe qué libros hay expuestos, que mire lo que quiera y si algo me interesa lo lea ahí, que hay sillas si quiero estar cómodo. ¿Y si quiero comprar algo?... No, los libros no están en venta, se pueden mirar o fotografiar con el celular, que si necesito, ellas pueden darme folletos turísticos. Decido entonces que es mejor no charlar con ellas, y recorro el stand viendo publicaciones deprimentes y amarillentas, libros que nadie leyó ni leerá. FINAL FELIZ (del párrafo horrible): encontré en un libro un par de letras nuevas para una canción del siglo XVIII, que usaré en próximos conciertos. 

En síntesis: no lo pasé bien. El diseño de los stands es, por lo general, asfixiante; espacios pequeños abigarrados de libros apilados, colores y formas de alto impacto, estímulos, estímulos, estímulos que se potencian con el ruido que se adueña del espacio. (¿Quién diseñará esos sitios?). Lugares llenos de gente que va porque sí, pero no a buscar lecturas, chicas tetonas que reparten folletos que en general no tienen que ver con lo bibliográfico...

Sin embargo hay algo que está bueno: animarse a bucear en los stands de universidades o fundaciones, y encontrar cosas buenísimas que no están ni estarán en el circuito comercial, y comprarlos a un precio normal (por sí les carcome la duda, compré tres libros: el diario de un jesuita exiliado tras la expulsión, editado por la Universidad Católica de Córdoba, una recopilación de artículos sobre pintura colonial en la zona andina dd Bolivia, y un libro de ficción bien comercial para regalar en un cumpleaños. Nada mal!). 

Le conté esto a varios amigos, y todos coinciden en que "ya no van más a la Feria". Sin embargo estaba llena de gente. ¿Será a todos les gusta, excepto a mi y a mis amigos?   

lunes, 31 de marzo de 2014

el concierto en los tiempos de Twitter...

Ayer a mediodía revisaba mis cuentas de Facebook y Twitter y me encontré con las imágenes que posteo a continuación, relacionadas a un par de conciertos que tuvieron lugar en España.

En la ciudad de Zamora se llevó a cabo en estos días el Festival Internacional de Música Pórtico de Zamora, al que se vieron ligados varios de mis contactos en las redes (¿Será que "somos pocos, y nos conocemos mucho"?). Encontré entonces diferentes cosas: opiniones, fotos y comentarios de los intérpretes (antes y después de los conciertos), opiniones y fotos del público, y críticas diversas. Pensé entonces (y sigo pensándolo) en las nuevas dimensiones que toma el hecho artístico en nuestros días, en lo sencillo que resulta hoy en día meterse en parte de la intimidad de ciertos intérpretes frente a su concierto, y en recibir casi en tiempo real la información, fotos, críticas e incluso réplicas a la crítica.

Nada nuevo, nada que no sepamos, pero a veces me sigue impactando la ultravelocidad de las cosas y la multidimensionalidad de los hechos, tras pasar por el filtro, hoy ineludible, de las redes. 

Posteo a continuación algunas capturas de pantalla que hice en mi tarde de ayer. El tema del concierto de Savall y sus amigos continuó durante la noche, y aún hoy (la crítica que aparece citada en estas imágenes trajo un sinfín de comentarios y réplicas). No es mi intención entrar en el culebrón que puede desarrollarse tras una crítica, sino sólo mostrar las piezas de un rompecabezas que cada vez nos es más sencillo de armar: la mágica e instantánea posibilidad de meternos al mundo de la música, cada vez desde más sitios y puntos de vista.








domingo, 2 de marzo de 2014

el adiòs a Paco de Lucìa

Me pidieron de Diario Perfil una despedida a Paco de Lucía, tras su tristísima desaparición. Posteo a continuación mi texto original. Si quieren ver la versión on line de lo que saliò en el diario, hagan click aquí



El legado de Paco de Lucía

Ramiro Albino

El mundo de la música amaneció el miércoles con la implacable noticia de la muerte de Paco de Lucía. Lo lamentaron todos: melómanos del púbico, intérpretes profesionales, académicos, los grandes de la música popular y los más eminentes músicos clásicos, consternados y estupefactos, inundaron las redes sociales para expresar su lamento. El inmenso músico español, uno de los máximos responsables de la popularización definitiva y global del flamenco, sufrió un infarto masivo mientras jugaba con su hijo en la playa, cerca de su casa en Playa del Carmen, México, donde vivía con su familia. Fue llevado de urgencia al Hospital de Yucatán y allí murió.

Poco puede decirse de novedad respecto a Paco de Lucía. Basta con recorrer la web buscando la noticia de su obituario para encontrar todo tipo de dato posible sobre su biografía, sus ideas y pensamiento, sus discos y la historia de sus recitales. Preferimos dialogar con sus colegas argentinos e indagar desde allí en la pérdida que sufrió el arte esta semana, y aprovechamos a visitar un ensayo del Cuarteto de Guitarras In Crescendo, uno de los conjuntos de cámara más prolíficos de la escena musical porteña, para dialogar con sus integrantes, y tuvimos un diálogo telefónico con Miguel de Olaso, guitarrista y laudista con gran actividad como solista y docente en todo el país.

Juan Pablo Bujía, Andrés Novío, Ezequiel Marín y Leonardo Galán, los In Crescendo a pleno, evocan entonces al desaparecido guitarrista: “Tuvimos el privilegio de escucharlo en su último concierto en Argentina en el Teatro Gran Rex el año pasado. Fue un concierto maravilloso e inolvidable. Cuando uno es guitarrista y puede ver y escuchar a un colega de tamaña trascendencia las cuestiones relacionadas al propio instrumento quedan de lado y éste pasa a ser un medio para la obra de arte en si misma. Paco era un artista integral. Poseedor de una técnica sin precedentes, y una concepción musical acabada. Cada gesto técnico, cada recurso siempre estaba al servicio del discurso musical. Eso sin dudas provoca en los oyentes cierto grado de magnetismo y concentración dado que todo lo que se produce es un hecho musical contundente sin ningún tipo de efectismo ni artificios”

Por su parte, de Olaso, parco pero contundente sin dudar una palabra y con el mismo aplomo que caracteriza sus conciertos nos dijo: “Lo escuché en vivo cuando era adolescente, no me acuerdo en qué teatro, acá en Buenos Aires... (¿Coliseo, Ópera, Gran Rex?). Me produjo un impacto tremendo, aunque yo ya conocía sus grabaciones. Es que era un artista que trascendía el instrumento, y tenía un dominio técnico descomunal. Un genio. Sin embargo creo que su mayor magnetismo pasaba por su personalidad. No conozco a fondo toda su obra grabada, no tengo todos sus discos, pero en general lo que más me gusta es escucharlo solo con su guitarra”.

La coincidencia de conceptos, desde la diversidad de estilos de los entrevistados, es total: lo que impactaba en Paco de Lucía no era su técnica sino su manera de decir, su discurso que iba mucho más allá del instrumento. Era músico y no sólo guitarrista. (él mismo era muy consciente de su talento técnico y en varias ocasiones expresó que para él no era difícil tocar, como lo había hecho con soltura desde los siete años, sino crear un discurso, buscar un concepto artístico en cada obra y concierto).

Paco de Lucía murió junto al mar, tal como había nacido. La música lo llora, sin distinguir géneros ni nacionalidades.

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Herencia de libertad
 
En otro de los momentos destacados de nuestra charla con los integrantes del Cuarteto In Crescendo, sus integrantes mencionaron el aspecto crossover de la carrera de Paco de Lucía: “En el siglo XX la técnica de la guitarra avanzó muchísimo y se desarrollaron diversas escuelas como paradigmas muy disímiles, lo cual nos enriqueció notablemente. En su caso, Paco de Lucía había creado su estilo propio, porque logró unir la tradición del género flamenco con un enorme grado de originalidad y creatividad. Además experimentó con grandes figuras de la música de otros ámbitos, lo cual muestra una apertura hacia la incorporación de nuevos elementos para desarrollar su propia estética”. Quizás esas experiencias de romper límites artísticos y de integrar estéticas sean el mayor legado que tenemos del guitarrista español.



Si analizamos la carrera y discografía de Paco de Lucía podemos descubrir cómo pasó de ser un guitarrista flamenco a ser un guitarrista integral, un músico “multiestilos”. Su técnica impecable le permitía abordar cualquier repertorio, por lo que tras sus comienzos flamencos, pasó al repertorio clásico (con aplauso de los jóvenes y crítica de los conservadores) y finalmente fusionó su estilo con el jazz. No es difícil comparar las fechas de lanzamiento de cada álbum con los avances sociales del siglo XX, que dieron mayor libertad a los artistas y al público de todas las condiciones para elegir qué escuchar y cuándo, sin encasillamientos de clases ni ideas. Ese fue quizás el gran logro de Paco de Lucía: derribar las ridículas fronteras de la música, y acercar su calidad a todos los públicos.


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