el conjunto inglés Florilegium, que grabó música colonial varias veces, en Bolivia. |
Hace veinte años yo era estudiante y me comenzó a interesar
la música del Barroco Americano. Intenté preguntar en mi facultad y buscar
bibliografía, pero no encontré casi nada (en parte porque había poco, pero
además porque no sabía por dónde empezar).
Sin embargo, hubo otros interesados en el tema (seguramente
movidos por la conmemoración del 5to Centenario de la conquista de América),
que habían grabado algunas cosas, y de a poco pude conseguir sus discos. Durante
mucho tiempo me “formé” en el tema leyendo los booklets de los CDs y escuchando
de la manera más analítica posible. Aprendí mucho, aunque de manera muy
desordenada, y más tarde conseguí bibliografía, tomé clases, viajé por todo el
continente y comencé un largo proceso de orden de ideas que todavía no
concluye. Aún así, seguí comprando discos de ese repertorio, porque me ayudan a
conocer autores y archivos, porque me muestran cómo va variando la estética de
la interpretación de esa música, y porque siempre hay cosas nuevas para descubrir.
Durante los últimos días, aprovechando que ya no tengo
conciertos hasta fin de año, y pensando en un libro sobre el Barroco Americano que quiero escribir durante el verano, me puse a escuchar con atención los últimos discos
que compré o traje de algún viaje, esos que tenía aún cubiertos con celofán, o
que había escuchado sin mucho detenimiento apenas los conseguí,. Varias cosas me llamaron la atención:
1 – Es increíble la cantidad de errores en los textos
cantados. Eso me resultó lo más increíble: hay cantantes que modifican las
letras de los villancicos y motetes (cambiando incluso el sentido de los
mismos), y parece que nadie se dio cuenta durante la grabación o edición. Es increíble
esa falta de respeto al texto literario, sobre todo en un repertorio donde abundan los villancicos, género por excelencia de la “poesía cantada”.
2 – Hay una gran cantidad de discos aburridísimos. Creo que muchos
registros discográficos de repertorio americano no están planteados desde una
actitud artística sino más bien científica, o pseudo-científica. Se graba
cualquier cosa y en cualquier orden, archivos completos descontextualizados
(quizás para alardear de que son “primera grabación mundial”), series
interminables de piezas cortas e inconexas. ¿Por qué califico a esto de “científico”?,
porque quizás en un simposio de investigadores académicos o especialistas se
disfrute de conocer cierto repertorio, a modo de ejemplificación de una
ponencia teórica, pero si uno pone el disco en su casa o en su auto mientras
hace un viaje largo, se hace difícil encontrar el deleite.
3 – Buena parte de los discos parecen responder al placer o los
caprichos de directores o musicólgos, pero se nota que no fueron pensados para satisfacer la necesidad del
público de disfrutar, o relajarse escuchando. Esto se relaciona con lo aburrido de esos discos, que quizás serían un material ideal
para dar clase en la universidad, pero no para escuchar desde un sillón.
En síntesis: el repertorio y su praxis han crecido de manera
notable en los últimos años (eso hay que celebrarlo!), pero en algunos aspectos
queda mucho por crecer. Los discos (y los conciertos!) deberían plantearse de
otra manera y con otros cuidados, si es que se sigue grabando discos, porque creo que
el CD va muriendo poco a poco, aunque de eso aún no estoy seguro.
De todas maneras: Gracias a los discos que me (nos) han dado
tanto!
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Podés dejar acá tu comentario, o comunicarte conmigo escribiendo a ramiroalbino@hotmail.com