El tema es, por demás, interesante; y la propuesta es divertidísima (aunque quizás por momentos demasiado irreverente con ciertas realidades). Posteo a continuación una breve columna de opinión que escribí para el Diario Perfil.
Ni ópera ni cumbia
La gente de clase media o alta, hasta hace algunos años, nunca escuchaba cumbia (al menos no lo reconocía), porque se daba por sentado era “una grasada”. Sin embargo, desde hace unos veinte años, las cosas cambiaron y ahora bailar cumbias en las fiestas es aceptado porque es música “divertida”.
“¡Mueva la Patria!” Es promocionada como una ópera-cumbia, la primera en su género. No es casual esta denominación, aunque si desglosamos un poco más el estilo, no es ni ópera ni cumbia. Es una estética más cercana al musical, con un hilo argumental poco pretencioso y una serie ininterrumpida de gags históricos que ridiculizan los lugares comunes de la historia argentina según la versión oficial que todos aprendimos en la escuela. Pero viene bien la catalogación de “ópera” (tengamos en cuenta que ésta es una manifestación en constante crecimiento, que goza además de un gran prestigio social), y de “cumbia” (porque garantiza diversión a diferencia de otras óperas que si bien “quedan bien”, en el imaginario colectivo son aburridas).
Lo llamativo es que ni los cantantes tienen los típicos gestos o clichés de quienes hacen cumbia, ni los compositores vienen de la movida tropical; tampoco La Trastienda Club es un lugar donde habitualmente haya cumbia. Pero claro, queda bien ir a la ópera, es divertido escuchar cumbia y La Trastienda tiene onda. Y como todo esto es otra producción irreverente y sumamente divertida de la gente de Barcelona y Todo por $2, nadie se va a molestar porque todo sea una mentira, si en realidad el eje de estos creativos es el absurdo.
“¡Mueva la Patria!” Es promocionada como una ópera-cumbia, la primera en su género. No es casual esta denominación, aunque si desglosamos un poco más el estilo, no es ni ópera ni cumbia. Es una estética más cercana al musical, con un hilo argumental poco pretencioso y una serie ininterrumpida de gags históricos que ridiculizan los lugares comunes de la historia argentina según la versión oficial que todos aprendimos en la escuela. Pero viene bien la catalogación de “ópera” (tengamos en cuenta que ésta es una manifestación en constante crecimiento, que goza además de un gran prestigio social), y de “cumbia” (porque garantiza diversión a diferencia de otras óperas que si bien “quedan bien”, en el imaginario colectivo son aburridas).
Lo llamativo es que ni los cantantes tienen los típicos gestos o clichés de quienes hacen cumbia, ni los compositores vienen de la movida tropical; tampoco La Trastienda Club es un lugar donde habitualmente haya cumbia. Pero claro, queda bien ir a la ópera, es divertido escuchar cumbia y La Trastienda tiene onda. Y como todo esto es otra producción irreverente y sumamente divertida de la gente de Barcelona y Todo por $2, nadie se va a molestar porque todo sea una mentira, si en realidad el eje de estos creativos es el absurdo.
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