Hace unos años viajamos a México a hacer una gira de conciertos
con la Capilla del Sol, el grupo que dirijo, y con el que hacemos música colonial
hispanoamericana. Una de las presentaciones de ese viaje fue en la Sala Manuel Ponce
del magnífico Palacio de Bellas Artes. Ese mismo día, y exactamente a la misma hora,
y en el mismo edificio (aunque en la sala principal), había un concierto de William
Christie con sus Arts Florissants.
México es una ciudad inmensa, con un público grande y diverso,
así que ambos conciertos estuvieron llenos de gente. Nosotros fuimos muy felices
de estar ahí, de hacer un concierto en semejante lugar, y seguramente ellos también
quedaron conformes con el resultado, el público y todas las cosas que a uno le ocurren
cuando visita ese sitio, esa ciudad, ese país.
Y ahí, ante la increíble coincidencia de estar tocando en el
mismo edificio, y exactamente al mismo tiempo que ese conjunto que tanto admiro,
se me ocurrió pensar que hubiese sido buenísimo que existieran los teloneros en
la música clásica, así como ocurre en muchos conciertos de música popular. Hubiera
disfrutado mucho de ser telonero de Les Arts Florissants, tocar y cantar algo tan
breve como dos villancicos de cuatro minutos cada uno, presentarme frente al selecto
público del inmenso William Christie, y luego dejarles el escenario para que
ellos hicieran lo suyo, con todo lo magnífico que eso implica.
Yendo a otra escala, es posible que a otros grupos o
solistas jóvenes o emergentes de mi país (¿un laudista, un solista de clave?)
les interesara ser teloneros de mis conciertos, aprovechar que hay un público convocado
al que quizás no podrían llegar, y mostrarle lo que hacen, presentarse y decir “aquí
estamos”.
Me gustaría saber qué opinan al respecto, quizás parezca un
delirio, pero creo que es algo sumamente sencillo de implementar, y que nos beneficiaría,
porque como digo siempre: si el público y el medio crecen, crecen para todos.
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